Por Adrián Cordellat
Corría el año 2007 cuando durante la visita de unos periodistas extranjeros a los proyectos de la ONG Plan International en Vietnam, los viajeros se encontraron con una niña que caminaba sola por una carretera, cargando con un pesado cubo con agua. ¿Por qué no estás en la escuela?, le preguntaron los periodistas. La niña, con toda la sencillez del mundo, dio una respuesta que sintetizaba a la perfección la discriminación a la que son sometidas millones de niñas en el mundo por el mero hecho de nacer mujeres: “Porque soy una niña”.
De aquella escueta pero reveladora respuesta, nacía meses más tarde la iniciativa #PorSerNiña, puesta en marcha por Plan Internacional para luchar por conseguir una sociedad sin roles limitantes de género en la que todas las niñas vean respetada su integridad física, mental y social, a través del acceso a la educación y empoderamiento personal y social de manera que puedan aprender, liderar, decidir y prosperar. “Llevamos trabajando desde hace 80 años en la defensa de los derechos de los niños y las niñas a nivel mundial, sin embargo, fue un pequeño evento en una remota comunidad vietnamita en 2007 el que puso de manifiesto la urgente necesidad de poner una campaña internacional que defendiera específicamente los derechos de las niñas”, apunta Emilia Sánchez, directora de Comunicación e Incidencia Política de la ONG.
Invertir en las niñas es invertir en futuro
Desde su puesta en marcha hace una década, el movimiento #PorSerNiña ha conseguido el apoyo de gobiernos, organismos internacionales, sector privado, líderes e individuos de 72 países, en una lucha sin cuartel contra una discriminación que deja cifras desoladoras. Se calcula que 1.500 millones de niñas son víctimas de violencia cada año, muchas de ellas en el colegio y unos 150 millones de las niñas del mundo han sido víctimas de violencia sexual. 200 millones de niñas en todo el mundo han sido sometidas a la mutilación genital femenina. Cada dos segundos una niña es obligada a casarse. 62 millones de niñas en edad escolar no van al colegio. 50.000 niñas mueren cada año debido a problemas durante la gestación o el parto. 900 millones de mujeres y niñas viven con menos de 1 euro al día.
Y así podríamos seguir hasta el infinito en un mundo que no solo no está hecho para las niñas, sino que además parece confabular en su contra.
“Invertir en las niñas no solo es ético, es, además, inteligente y eficaz, porque la desigualdad de género nos cuesta 23 billones de dólares cada año. Cuando las mujeres progresan, progresa toda la sociedad. Invertir en las niñas es mejorar el mundo a todos los niveles”, afirma Emilia Sánchez. No en vano, según los estudios llevados a cabo por Plan Internacional, por cada año extra de educación secundaria la niña aumenta en un 20% la posibilidad de ingresos como empleada. Un salvavidas si tenemos en cuenta que una mujer con estudios invierte el 80% de lo que gana en la educación, salud y desarrollo de su familia, “lo que contribuye a romper el círculo de la pobreza. Las niñas que completan su educación crecerán hasta ganar el lugar que le corresponde en la sociedad, y llegarán a ser una fuerza de cambio, mejorando así la condición de otras niñas y mujeres, y de toda la sociedad”.
«Se calcula que 1.500 millones de niñas son víctimas de violencia cada año. Unos 150 millones de las niñas del mundo han sido víctimas de violencia sexual»
El trabajo de Plan Internacional con su iniciativa #PorSerNiña les ha llevado a liderar y a trabajar activamente por la inclusión de los derechos de las niñas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible marcados por la ONU para 2030. La portavoz de la ONG reconoce que están “muy contentas” por esta inclusión, pero puntualizan que “si no hay un aumento importante en los presupuestos educativos a nivel mundial y si no se desarrollan políticas claras y urgentes de igualdad dotadas de presupuesto, es difícil que se cumplan los objetivos marcados”.
Y en la consecución de esos objetivos juegan un papel fundamental la obtención de datos concretos y reales sobre la situación de las niñas en el mundo, “uno de los grandes vacíos” y de los grandes retos aún pendientes, ya que sin datos se hace más difícil la adopción de medidas y políticas concretas y efectivas que mejoren la situación de las niñas. “En muchos países se sabe el número de niñas y adolescentes que están escolarizadas, incluso en algunos países hay información concreta de cuántas abandonan los estudios, pero si no se sabe cuáles son las causas de esto – posible matrimonio infantil, embarazo, violencia física o sexual en la escuela, falta de recursos familiares, estereotipos y roles de género, etc- es imposible actuar”, argumenta Sánchez, que añade que hace falta “una revolución de datos que permita contar con las cifras desagregadas y bien trabajadas”, ya que con ellas en la mano sería más factible “una revolución en la situación de las niñas a nivel mundial”.
La prohibición del matrimonio infantil como punta de lanza
Se estima que alrededor de 15 millones de niñas en 93 países del Asia, África y América Latina son forzadas a contraer matrimonio o permanecer en una unión y que en un porcentaje superior al 30% las niñas que viven en los países en desarrollo están casadas antes de cumplir 18 años, siendo las complicaciones en el embarazo y el parto la causa principal de muerte de las niñas menores de 19 años. La lucha contra el matrimonio infantil es uno de los principales campos de acción de la iniciativa #PorSerNiña, porque un matrimonio precoz acaba afectando a las niñas a todos los niveles: educativo, laboral, económico, personal y físico.
“2017 ha sido un año en que el intenso trabajo que se viene realizando los últimos diez años en materia de igualdad de género ha recogido importantes frutos. El pasado 14 de febrero Malawi aprobó una enmienda a su constitución para prohibir completamente el matrimonio infantil, en un cambio histórico conseguido tras una fuerte campaña liderada por los y las jóvenes del país y apoyados por ONGs como Plan International. También este año Guatemala, Nicaragua y el Salvador han prohibido definitivamente esta práctica. Un hecho especialmente relevante en Guatemala, donde el matrimonio infantil tiene mucha prevalencia entre la población indígena”, enumera Emilia Sánchez.
Tras estos éxitos, Plan Internacional ha iniciado ahora su campaña en Tanzania, un país en el que una de cada tres niñas es obligada a casarse antes de tener 18 años. Una situación que se agrava aún más en las áreas rurales, donde las niñas pueden ser forzadas a casarse incluso antes de cumplir los 11 años.
«Alrededor de 15 millones de niñas en 93 países del Asia, África y América Latina son forzadas a contraer matrimonio o permanecer en una unión»
El cambio real, para la portavoz de la ONG, solo se produce a partir de una toma de conciencia por parte de políticos, comunidades, familias y las propias niñas “de que la mejor opción para todos, no solo para las niñas, es que éstas puedan continuar con sus estudios y decidir cómo cuándo y con quién casarse”. Una toma de conciencia que, evidentemente, no se produce de la noche a la mañana, sino que es el resultado de un trabajo a todos los niveles que puede llevar una media de diez años.
Años y años de trabajo para que un día el respeto a los derechos de las niñas sea una realidad en cualquier país del mundo; para que algún día, esperemos que más pronto que tarde, una niña vietnamita no tenga que asumir la realidad de que trabaja y no va a la escuela #PorSerNiña.
¡Firma ahora y di no al matrimonio infantil en Tanzania!