Nathalie Petit: «Montessori no acaba con las dificultades de ser padre, pero te ayuda a comprender mejor a tu hijo»

La periodista francesa Nathalie Petit se ha especializado a lo largo de su carrera en los diversos sistemas de educación alternativa. De su interés por ellos y por la aplicación educativa de los descubrimientos de la neurociencia, nacieron los libros ‘Guide de l’éducation consciente’ (Alterrenat Presse) y ‘Pour une enfance joyeuse’. La editorial Errata Naturae publicaba el año pasado, dentro de su colección ‘Yo paso a la acción’, ‘Montessori en casa‘, un breve libro en el que Nathalie Petit, ayudada por las ilustraciones de Virginie Maillard, nos ofrece pautas para aplicar en casa el método Montessori. Con él, asegura, todos salimos ganando.

Por Adrián Cordellat

Como explicas en el libro, Maria Montessori se interesó por los conflictos entre padres e hijos y comprobó que casi todos podrían evitarse. La mayoría, decía Montessori, nacían de la incomprensión del adulto hacia el niño y de una interpretación errónea de sus comportamientos. No han cambiado mucho las cosas, ¿verdad?

Tienes toda la razón. Continuamos proyectando nuestra forma adulta de pensar en nuestros hijos y, al hacerlo, a menudo malinterpretamos sus reacciones. Muchos comportamientos que consideramos inapropiados o «tonterías» son realmente necesidades significativas que el niño no puede satisfacer. Maria Montessori nos invita a considerarlos como enigmas a resolver. Todo su trabajo pasa por ayudarnos a cambiar nuestra visión del niño, al darnos las claves para comprender sus necesidades y las fases de crecimiento que atraviesa.

¿Crees que parte de esa incomprensión de los padres hacia los hijos tiene su origen en que vemos y tratamos a los niños como seres inferiores, en que infravaloramos sus capacidades?

En parte sí, pero no solo es eso. Creo que también existe la idea de que el adulto sabe lo que es bueno para el niño en todo momento. Es decir, que habría un sabio y un ignorante. María Montessori nos invita a educarnos a nosotros mismos, no a responder a todos los deseos o caprichos del niño, sino a dejarnos guiar humildemente por sus señales, sus intereses y su curiosidad natural para acompañarlo de la mejor manera. Ella considera al niño como una persona que sabe mejor que nosotros lo que está adquiriendo. Y como cualquier otra persona, también aspira a sentirse libre para tomar decisiones como elegir su actividad o su ropa a partir de unas pocas propuestas; y asumir pequeñas responsabilidades.

María Montessori también hablaba del respeto a los ritmos naturales de los niños. Sin embargo, hoy tengo la sensación de que para muchas cosas forzamos esos ritmos. Mientras que, para otras, sin embargo, los ralentizamos a través de la sobreprotección. ¿Es muy difícil encontrar el punto medio?

Tu sensación es muy real. Mi opinión es que también es una cuestión de confianza. Si confío en que mi hijo podrá caminar, estar limpio, hablar o escribir, acogeré con satisfacción su progreso y lo acompañaré a medida que se desarrollan sus habilidades. Se ha demostrado que esta confianza que el niño siente es el primer ingrediente de su progreso. Por lo tanto, son sus habilidades las que nos deben servir como puntos de referencia, evitando siempre compararlas cuidadosamente con otros niños.

«María Montessori nos invita a educarnos a nosotros mismos, no a responder a todos los deseos o caprichos del niño, sino a dejarnos guiar humildemente por sus señales, sus intereses y su curiosidad natural para acompañarlo de la mejor manera»

“La enseñanza de María Montessori tiene que ver, sobre todo, con el comportamiento”, escribes. ¿Por dónde debe pasar ese comportamiento?

Por nuestra actitud, por nuestra mirada y por nuestras palabras. A través de ellas podemos transmitir mucha confianza. Ése es uno de los aspectos. Otro es abstenerse de intervenir demasiado para ayudar al niño, ponerlo en su lugar o dirigir sus juegos. Finalmente añadiría un aspecto que a veces se malinterpreta. En el espíritu de Maria Montessori, la benevolencia no puede entenderse sin la firmeza asociada a ella. Los padres deben establecer las reglas de uso de los juegos, las reglas de la vida comunitaria y dar seguridad al niño al ser firmes en su aplicación. Esta necesidad de seguridad también implica el establecimiento de rutinas estables. Alienta al niño, promueve su autonomía y déjalo hacer sus experimentos, sí, pero dentro del marco que tú, como padre o madre, hayas definido.

Hablando de autonomía, el método Montessori tiene uno de sus pilares en el fomento de ésta, poniendo las cosas a su alcance, dejándolos hacer por sí solos… ¿Nos falta paciencia y poca tolerancia a los accidentes (platos que se rompen, vasos de agua que se derraman) para ponerlo en práctica?

Lo primero es dejar de sentirse culpable por todo. Quiero recordar que los padres nunca se han preocupado tanto por sus hijos como hoy en día. En el promedio de once países occidentales las madres pasan el doble de tiempo con sus hijos que en la década de 1950.
Y luego, retomando la cuestión de la paciencia: ¿y si viésemos las cosas del revés? ¿Y si considerásemos que darles esta experiencia es una oportunidad por la que el niño nos ofrece reducir la velocidad y, sobre todo, vivir el momento presente? Por supuesto que no podemos hacer esto todo el tiempo, pero sí podemos dejar un pequeño espacio diario para que el niño haga algo por sí mismo. Y, francamente, incluso aunque tú seas una de esas personas que buscan optimizar al máximo su tiempo, puedo asegurarte que la inversión en autonomía se amortiza rápidamente. Piensa en el tiempo que ganarás cuando tu hijo hago solo su cama, administre su dinero, o ponga en orden sus juguetes.

En España las escuelas Montessori son poco accesibles, casi elitistas. Sin embargo, en el libro demuestras que no hace falta una escuela Montessori, que nosotros también podemos ponerlo en práctica en casa sin necesidad de hacer ninguna inversión. ¿Es más una cuestión de voluntad que de dinero?

Exactamente. Ya sabes que la relación más fuerte y más constructiva del niño es la que tiene con sus padres. En casa puedes dejar que él haga las cosas por sí mismo, adaptándolas en secuencias muy simples. Puedes enseñarle cómo exprimir su zumo de naranja solo. Créeme, un niño que se da cuenta de que puede hacer las cosas sin ti crea una autoestima que le valdrá de por vida. ¿Sabías que a los 5 años la autoestima de un niño puede ser tan intensa como la de un adulto?

«En el espíritu de Maria Montessori la benevolencia no puede entenderse sin la firmeza asociada a ella. Los padres deben establecer las reglas de uso de los juegos, las reglas de la vida comunitaria y dar seguridad al niño al ser firmes en su aplicación»

Además del desarrollo de la autoestima, ¿qué otros beneficios tiene para los niños que los padres pongamos en práctica en casa los principios de la metodología Montessori?

Montessoria ayuda a desarrollar las funciones ejecutivas de los niños. Éstas y la autoestima son habilidades cognitivas que les van a permitir controlar sus pensamientos y comportamientos para alcanzar sus objetivos, ya que estas habilidades son mucho más importantes para el éxito en la vida que el coeficiente intelectual. En resumen, los niños pueden obtener tremendos beneficios para poder pensar por sí mismos, ser creativos, sociables y saber actuar en el mundo.

¿Y para los padres? Porque leyendo el libro me ha dado la sensación de que todos ganan.

Montessori no acaba con todas las dificultades de ser padre, como podrás imaginar, pero te ayuda a comprender mejor a tu hijo, lo que mejora la convivencia y las relaciones personales. Los hogares Montessori son más propicios para un clima de paz. Quizás lo más importante de todo es que te permite sentirte menos indefenso ante la agitación existencial que supone la crianza. Enseña una postura de observación, investigación y reflexión que, en última instancia, puede ayudarte en la vida en general a tener una mente más curiosa, tolerante y menos crítica.

 

Autor entrada: Adrián Cordellat

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