Yo era pequeña, no recuerdo la edad que tendría porque hay muchas cosas que las tengo guardadas como algo borroso.
Quizás tendría 4 años.
Estoy en la cama con mi abuelo, que me hace tocarle el pene, lo tiene duro. Estoy asustada y no entiendo nada.
Creo que él también me tocó a mi.
No fue sólo ese día, hubo alguno más, pero mi memoria lo bloquea casi todo.
Por algún motivo dejó de hacerlo.
Y yo lo enterré en lo más hondo de mi cabeza y mi corazón.
Con 20 años, estando en plena terapia con mi psicóloga por mis problemas de ansiedad y ataques de pánico, de pronto esos recuerdos empezaron a aflorar. Los tenía tan enterrados bajo capas que al salir a flote me golpearon con mucha fuerza.
Lloré mucho con un sentimiento de dolor, culpabilidad, impotencia, de no comprender el porqué, de preguntarme si mi madre o mi abuela lo sabían….
Tardé mucho en aceptar que yo era una niña entonces, sin culpa ninguna sobre lo que pasó.
Unos años más tarde me casé y fui madre.
Y a los pocos días de nacer mi hija empecé a tener pesadillas. Los recuerdos de lo que pasó me perseguían día y noche. Y un temor me acechaba, el pánico a convertirme en un monstruo como él. Me aterraba ser tan mala que llegase un día que abusara de mi hija.
Reconozco que me la miraba, allí tan pequeñita, tan redondita y bonita y analizaba mis sentimientos y mis reacciones ante mi hija preciosa. Y aliviada me di cuenta que solo sentía amor por ella. Un amor profundo y potente, de mamá leona, donde solo podía pensar en besarla, abrazarla, protegerla.
Cuando me di cuenta que en mi no había nada malo, que lo malo me lo había hecho a mi otra persona, cuando entendí que yo no era como él y que yo jamás le haría daño a mi hija. Fue entonces cuando empecé a relajarme y a vivir y disfrutar mi maternidad.
Lo que me había pasado de pequeña lo sabe mi pareja. Pero cuando nació nuestra hija y me asaltaron tantos miedos, no fui capaz de contárselo, ni a mi pareja ni a nadie. Era tal el miedo que tenía que no fui capaz de decirle lo que estaba sufriendo.
A día de hoy, sigo sin ser capaz de hablar de ello. Mi familia no sabe nada de lo que me pasó, y mi pareja que si lo sabe, desconoce las barbaridades que me pasaron por la cabeza tras el nacimiento de nuestra hija mayor, donde llegué a pensar en quitarme de en medio si veía en mi el más mínimo indicio de ser capaz de abusar de mi hija.
Afortunadamente han pasado bastantes años y he podido disfrutar de mis maternidades de una forma sana y feliz. Aunque la sombra de lo que me hizo él y del miedo que tenía yo de ser igual, siguen allí escondidos en algún rincón remoto. A veces aún pesa….
¿Por qué lo cuento ahora? No lo sé, algo me ha empujado a hacerlo, para sacármelo un poco de dentro, liberarme un poco de ese lastre y de paso ayudar a alguna mujer que le haya pasado lo mismo.
Me perdonareis que me mantenga en el anonimato. Quizás algún día lo pueda decir en voz alta, a cara descubierta y sin ningún miedo. Pero a día de hoy me es imposible librarme de mi secreto si no es así, de forma anónima.
Gracias Madresfera por darme voz.