#NoAlRacismo: Educación intercultural contra el racismo

En 1914, durante la primera Guerra Mundial, un grupo de jóvenes estadounidenses contrarios a la guerra crearon AFS Intercultura. Tras la segunda contienda internacional llegaron a una conclusión: la educación y el entendimiento entre culturas podría evitar un nuevo enfrentamiento entre naciones. En base a ella empezaron a organizar programas educativos de aprendizaje intercultural para conocer de cerca otras culturas. Hoy, 100 años después de su creación, AFS promueve más de 10.000 intercambios interculturales cada año, tiene presencia en 103 países y oficinas en los cinco continentes.

¿Puede ser la educación intercultural y para la ciudadanía global una de las mejores herramientas para luchar contra el racismo?, preguntamos a Gerardo Gómez, responsable de relaciones educativas de AFS Intercultura. “Sin duda. Contra el racismo y contra muchos de los problemas sociales actuales que en diferentes sociedades impiden el desarrollo o el progreso de una comunidad”, sostiene.

Para Gómez, el aprendizaje intercultural y la educación para la ciudadanía global son herramientas “duraderas y transformadoras” que permiten a las personas sentirse cómodas interactuando y aprendiendo con otros ciudadanos de sensibilidades diferentes. Además, sostiene el responsable de AFS, implican unos principios que ponen “por encima de todo” a las personas: “Porque por encima de todas las diferencias, todos y todas somos vasijas llenas de riquezas… somos una oportunidad para aprender, descubrir y sacar verdadero partido a una sociedad que puede vivir de forma harmónica si nos lo proponemos y aprendemos a hacerlo adecuadamente”.

Familia y escuela

Los niños tienen en padres, familiares y profesores unos referentes de los que aprender valores. Por eso, sostiene Gómez, desde AFS Intercultura hacen mucho hincapié en la necesidad de que padres, madres, profesorado y demás referentes para la infancia y la juventud “hagan un esfuerzo consciente por desarrollar su inteligencia intercultural y poder garantizar así que se convierten en ejemplos positivos a seguir”.

En ese sentido, desde AFS intentan que las familias participen en los programas de convivencia intercultural y en sus talleres de formación, para invitar a los padres y madres a hacer una reflexión estructurada a través de la que puedan plantearse “sus propios prejuicios, estereotipos, los comentarios que hacen y cómo todo ello influye en la forma de ver el mundo de sus descendientes”. También se les anima a hacer un esfuerzo por percibir y presentar la diversidad “como una ventaja”, facilitando de esta forma el acceso y la interacción directa de sus hijos/as con lo diferente “como una experiencia enriquecedora, asegurándose de romper con sus propios espacios de exclusión”. Y es que al final, como explica el responsable de relaciones educativas de AFS, educar a nuestros hijos e hijas en valores interculturales “no es una cuestión de magia, sino que tiene un componente muy importante de sensibilidad y sentido común”.

“El aprendizaje intercultural y la educación para la ciudadanía global son herramientas “duraderas y transformadoras” que permiten a las personas sentirse cómodas interactuando y aprendiendo con otros ciudadanos de sensibilidades diferentes”

Y al igual que los padres, la escuela es para AFS un pilar fundamental de difusión de la educación intercultural. “Pese a la vorágine curricular en la que se encuentra sumida la comunidad educativa, lo cierto es que los centros educativos se enfrentan desde hace años a una realidad diversa y muy compleja, ya que en las aulas conviven jóvenes con sensibilidades y experiencias muy diferentes. Por eso es evidente que la escuela es un elemento clave para la catalización de la sensibilidad intercultural. Nos enfrentamos al reto de que esa convivencia, aparte de llevarse a cabo de la manera más pacífica, sea también una fuente de enriquecimiento tanto para el profesorado, como para todo el alumnado del centro y su entorno”, reflexiona Gerardo Gómez.

En ese sentido, desde AFS Intercultura ofrecen herramientas (becas internacionales, acciones de sensibilización y entrenamiento intercultural, formación intercultural para estudiantes, docentes y equipos directivos, voluntariado escolar o consultoría y asesoría para la incorporación de la interculturalidad en el proyecto de centro) para los centros escolares para darles la oportunidad de incorporar la interculturalidad en su día a día. Todo ello desde un enfoque “transversal” que garantiza que los centros no solo “difunden” la educación intercultural, “sino que en sí mismos y a través de todos sus agentes se convierten en el epicentro de la convivencia intercultural dentro y fuera de sus propios muros”.

Más allá de educar en la diversidad y la tolerancia

En un contexto como el actual, en el que la crisis económica y del Estado de Bienestar en Occidente, unida a la crisis de refugiados y la llegada masiva de inmigrantes ha supuesto un impulso para los movimientos de corte nacionalista y racista, para Gerardo Gómez educar en tolerancia y diversidad “es tan importante como ha sido siempre, aunque se trata de una necesidad que cada día resulta más urgente y evidente, y que reclama una acción integral e integradora que se vertebre en todos los espacios educativos, formales, no formales e informales”.

“Es evidente que la escuela es un elemento clave para la catalización de la sensibilidad intercultural”

Y todo ello, como explica el portavoz de AFS, teniendo en cuenta que educar en la diversidad y la tolerancia “es solo la punta del iceberg”. Una punta de iceberg que debería invitarnos, según Gómez, a desarrollar la capacidad crítica para comprender nuestro lugar en el mundo y el impacto de nuestras acciones y decisiones; a actuar de forma responsable, tomando conciencia de las desigualdades y los privilegios con los que contamos; a desarrollar la sensibilidad necesaria para percibir la otredad de forma igualitaria, pero sobre todo, desde el respeto a la dignidad y derechos fundamentales. Y por encima de todo, a asumir un compromiso individual y colectivo con la mejora de la convivencia y no solo por una cuestión de solidaridad, sino porque es la única manera de garantizar un futuro libre de exclusiones, injusticias y desigualdad.

Autor entrada: Adrián Cordellat

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