Mitos sobre la alimentación de corredores

 

El hecho de que el running se haya convertido en un auténtico fenómeno social lo ha convertido en blanco perfecto para el desarrollo de múltiples mitos que van desde productos que aumentan el rendimiento hasta sustancias «necesarias» para todo corredor pasando, como no podía ser de otra manera, por la alimentación: dietas, alimentos prohibidos o milagro y recomendaciones peligrosas.

Por Diana Oliver

El interés por las carreras populares ha ido en aumento en las últimas décadas hasta convertirse en un auténtico fenómeno social. Lo vemos en sus elevados índices de participación pero también en la amplia variedad y el número de carreras que se celebran en España a lo largo de todo el año. No es difícil ver a corredores aficionados o profesionales en los parques y en las calles, y seguramente todos tengamos un vecino enganchado a esto del running. Tampoco podemos pasar por alto cómo poco a poco aumentan los espacios destinados a las prendas «para correr» en las tiendas de las grandes cadenas de ropa. Es una buena noticia, desde luego, más aún teniendo en cuenta que, según la OMS, los malos hábitos provocan alrededor de 5,3 millones de muertos al año en el mundo.

Junto a la popularización del arte de correr, al igual que ha ocurrido con otras prácticas deportivas, han ido surgiendo multitud de mitos y leyendas urbanas de los que es difícil deshacerse, especialmente cuando existen intereses económicos detrás. En este sentido podemos encontrar rocambolescas teorías que van desde que el consumo de agua con azúcar pone fin a las agujetas o que beber durante el ejercicio da flato hasta que cuando dejas de correr el músculo se transforma en grasa, pasando, como no podía ser de otra manera, por los mitos en la alimentación.

 

 

La alimentación de quien empieza a correr

Pongámonos en situación. Nunca he salido a correr y decido que para empezar el año voy a comprometerme a instaurarlo como una rutina. Resulta que me gusta, que lo disfruto, y que lo tomo como hábito en mi día a día. ¿Qué debo saber sobre mi alimentación? Pues para Juanjo Cáceres y Julio Basulto, autores de Comer y correr, la respuesta a esta pregunta es muy clara y sencilla: «Lo que debe saber una persona que empieza a correr es que su alimentación no debe diferir de las pautas de una alimentación saludable que consideramos adecuadas para la población en general«. Insiste Cáceres, especialista en el estudio de la alimentación y el deporte desde un punto de vista social y cultural, en que, además, tratándose de una persona que comienza «y que no adoptará la intensidad de un corredor experimentado», la preocupación por qué comer debe ser aún menor si cabe.

En Comer y correr, tanto Cáceres como Julio Basulto, dietista-nutricionista, no nos cuentan qué «debemos» comer para correr sino qué hay de verdad y qué hay de mito en la alimentación de los corredores, apoyándose siempre en una completa bibliografía científica, y resolviendo las dudas más habituales referidas a esta práctica. Y es que, la alimentación de quien corre, lejos de encerrar misterios y recetas mágicas, es más simple de lo que nos han hecho pensar. «La persona que corre debe alimentarse para satisfacer sus necesidades energéticas, lo cual conseguirá alimentándose según las pautas de una alimentación saludable y de acuerdo con su apetito», deja claro Juanjo Cáceres. Advierte, eso sí, que sería distinto en el caso de los corredores semiprofesionales y el de los aficionados a pruebas de larga distancia, «cuyo rendimiento aconseja alimentarse durante el ejercicio o, en el caso de los primeros, a ajustar su ingesta a las necesidades nutricionales que se derivan de ciclos de entrenamiento intensos».

La persona que corre debe alimentarse para satisfacer sus necesidades energéticas, lo cual conseguirá alimentándose según las pautas de una alimentación saludable y de acuerdo con su apetito.

 

 

Los principales mitos sobre la alimentación de corredores

Basta teclear en el buscador de Google «alimentación de corredores» para descubrir más de un millón de resultados sobre el tema. Entre ellos, información útil basada en la evidencia científica que ofrecen páginas especializadas en el tema, pero también muchas recomendaciones erróneas y mitos muy instaurados socialmente y que se manifiestan a través de «dietas» diseñadas específicamente para running, muchas de ellas peligrosas para la salud, alimentos prohibidos o desaconsejados (como cuando se recomienda la eliminación de carbohidratos de la dieta) y sustancias supuestamente imprescindibles en una carrera, aunque no sea profesional, como es el caso del oscuro mundo de los complementos «alimenticios», los geles y las bebidas isotónicas, vendidas a la población como sustancias necesarias para correr. Respecto a estas últimas, Basulto y Cáceres recuerdan en su libro que no hay ninguna necesidad de consumir bebidas isotónicas para la recuperación si la duración del ejercicio es inferior a una hora y media y este no se realiza en condiciones extremas.

Para Juanjo Cáceres, son dos los motivos principales del triunfo de los mitos en torno al running: que el ser humano tiene una gran predisposición al pensamiento mágico y que existen empresas de todo tipo cuyo objetivo es incentivar al corredor a consumir productos mediante promesas de mejora de su rendimiento deportivo. Añade que todos los mitos se pueden sintetizar en uno y es aquel que asegura que «hay una sustancia mágica decisiva para asegurar una rápida recuperación tras el ejercicio o para superar nuestro rendimiento en una prueba o para prevenir lesiones o para sanar lesiones». La realidad es otra muy distinta y es aquella que hace alusión a «nuestra genética o características físicas, la calidad y complejidad del entrenamiento y el establecer unos periodos de descanso e inactividad ajustados a nuestras necesidades», y que son en realidad los verdaderos factores determinantes en la recuperación para Juanjo Cáceres y Julio Basulto.

No existe una sustancia mágica decisiva para asegurar una rápida recuperación tras el ejercicio o para superar nuestro rendimiento en una prueba o para prevenir lesiones o para sanar lesiones.

Ante la pregunta del millón acerca de qué hacer para mejorar el rendimiento deportivo, Juanjo Cáceres y Julio Basulto no hablan de alimentos mágicos, complementos ni complicadas tablas de nutrientes, sino que insisten en que «primero hay que empezar a entrenar, y después entrenar más y/o mejor, aumentando el nivel de exigencia«. Esto, advierten, debe llevarse a cabo adecuando la ingesta de alimentos a unas necesidades cada vez mayores. «Con el rendimiento deportivo ocurre lo mismo que con el dominio de un instrumento, que depende, además del talento, es fundamental el tiempo que dedicas a ensayar y a dominarlo», concluye Cáceres.

 

 

Autor entrada: Mónica

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