¡La leche! ¿Quién dijo que no se puede hacer periodismo para niños?

Gustavo Puerta ha dedicado muchos años de su vida a impartir talleres de literatura infantil y de muchos de esos talleres él y sus alumnos salían con la sensación de que hacía falta en el mercado una publicación para niños distinta a las que existían, en las que imperaban “el didactismo y una visión condescendiente en la que se subestima la inteligencia y sensibilidad de los chavales”. En esos talleres, sin saberlo, empezó a tomar forma ¡La leche!, una revista trimestral que ya va por su séptimo número y que como explica el docente y crítico venezolano apuesta “por contar buenas historias, por ser rigurosos y atractivos” en la aproximación a los temas y “por no temerle ni a la complejidad ni a profundizar” en los mismos.

”No sabemos si lo que publicamos en ¡La leche! te va a interesar”, escriben los fundadores de la revista, a modo de aviso, en su carta de presentación. Y eso ya es toda una declaración de intenciones. La prueba son los temas que tratan, entre los que se encuentran, entre otros, Corea del Norte, las FARC y el proceso de paz colombiano, el Brexit, la situación en Venezuela y otros temas socialmente tabú como el sexo o la homosexualidad. “Si estamos viendo el noticiero y aparece la imagen de una prueba de un misil intercontinental coreano, seguro que el niño que tenemos al lado se hará preguntas. Otra cosa es que nosotros, los adultos, no sepamos cómo responder a sus preguntas, que temamos que hieran su sensibilidad o que para nosotros mismos sean realidades incómodas”, afirma Puerta, que añade que para tratar estas realidades en la redacción de la revista emplean los recursos habituales en el considerado como periodismo de calidad: “buscar la verdad, hallar fuentes confiables, narrar buenas historias, alternar datos y análisis, ser exactos, rehuir de construcciones literarias enrevesadas y aburridas, no adoctrinar…”

Un público menospreciado

Así pues, ni los temas que se tratan en ¡La leche! ni el enfoque que se da a los mismos son los habituales en las publicaciones dirigidas a niños. ¿Puede ser eso un factor limitante para la publicación? “Eso seguro”, reconoce Gustavo Puerta, que no obstante prefiere mirar la otra cara de la moneda, la de los lectores que “usualmente no son tomados en cuenta” a los que podrán llegar al mismo tiempo que amplían el abanico de temas y posibilidades “de una oferta editorial muy uniforme”.

“Hay muchos libros, obras de teatro, películas, música… para los más pequeños. También, para los adolescentes. En cambio, es muy poco y de escasa calidad lo que se ofrece para niños de entre 8 y 12 años”

En ese sentido recuerda el editor de la revista que en ¡La leche! parten del hecho de que “los niños” no es una categoría homogénea que designa a un público con gustos comunes y respuestas similares: “Nos dirigimos a niños particulares y, en este sentido, tenemos que ganarnos a cada lector. A algunos de ellos les sorprende que publiquemos un cómic en el que una hermana mayor le hace perrerías a su hermanito, que nos dé por hablar acerca de cómo se medía el tiempo en la antigua Roma o por la catástrofe del zeppelin Hildenburg o que abordemos sin moralinas ni rodeos la crisis de refugiados. Pero incluso producir esa sensación de sorpresa es algo para nosotros positivo”.

Entre el público no tomado habitualmente en cuenta que mencionaba Puerta se encuentran los niños que están estudiando los últimos años de primaria, el público objetivo de la revista. “Hay muchos libros, obras de teatro, películas, música… para los más pequeños. También, para los adolescentes. En cambio, es muy poco y de escasa calidad lo que se ofrece para estas edades. Y lo llamativo de todo ello es que muchos de los intereses y las vocaciones que los van a marcar de por vida afloran entre los 8 y los 12 años”, afirma antes de calificar este ciclo vital, “empleando inapropiadamente un término de María Montessori”, como un “periodo absorbente” en el que los niños “asimilan e interiorizan la información que les viene de afuera, de su realidad no-inmediata; en el que buscan articular opiniones propias, en el que se va perfilando su forma de ver el mundo, en el que se enfrentan a dificultades muy específicas…”.

Contar la actualidad a un lector preadolescente

En opinión de Gustavo Puerta, más que minusvalorar al lector preadolescente, lo que tiende a ocurrir es que muchos adultos “no son capaces de escucharles y entablar una comunicación efectiva con ellos”. ¿Por qué sucede esto? “Ya no son los niñitos de antes y todavía no son jóvenes que pasan de nosotros. ¿Qué contarles?, ¿cómo hacerlo?, ¿cómo captar su curiosidad?”. Justamente esas son las cuestiones que se plantean en la revista, donde para resolver las incógnitas han tenido que enfrentarse “a muchos tópicos e ideas preconcebidas” hasta dar con una regla inamovible que guía cada uno de los números de ¡La leche!: No subestimar al lector ni ser reduccionistas frente a la complejidad de la realidad. “No es fácil escribir para niños. A esta conclusión llegan inexorablemente cada una de las personas que escriben en nuestra revista”, explica Puerta, que señala dos vicios muy arraigados a la hora de escribir para niños: el primero, asumir un tono didáctico, insistir en lo trascendental que es la materia de la que se está escribiendo, abusar del lenguaje técnico y preocuparse solo por dar la lección o transmitir la moraleja; el segundo tratar al lector como un coleguita, emplear un tono enrollado y pretender ser muy ocurrente. “Ambas posiciones están abocadas al fracaso porque difícilmente consiguen tender puentes”, argumenta.

Y para tender puentes, para no subestimar al lector ni ser reduccionistas al contar la actualidad a un público preadolescente, según Puerta, es necesario comprender muy bien de qué se está hablando, un trabajo “tan exigente como estimulante, que exige muchas horas de investigación, documentación y edición” al que luego se une la labor de los ilustradores, que aportan en cada uno de los temas de la revista “una interpretación gráfica que complementa y enriquece los textos”.

“No es fácil escribir para niños. A esta conclusión llegan inexorablemente cada una de las personas que escriben en nuestra revista”

Un ejemplo lo encontramos en el número que la publicación dedicó a Venezuela, un tema del que, como reconoce el editor de ¡La Leche! “no es fácil hablar, especialmente en España”, donde en opinión de Puerta los políticos y medios de comunicación han utilizado “la difícil realidad que atraviesa el país de una forma totalmente irresponsable”. Despojarse de esos lastres, procurar entender antes que juzgar y renunciar a la tentación de denunciar o asumir cierto activismo fueron los objetivos que se plantearon en la revista a la hora de tratar el tema. “Tuvimos la suerte de poder entrevistar a dos extraordinarios periodistas: Rory Carroll, corresponsal de The Guardian y autor de Comandate. La Venezuela de Hugo Chávez (Sexto Piso), y a Beatriz Lecumberri, corresponsal de Radio Francia Internacional y autora de La revolución sentimental (Libros de la Catarata). Acompañamos estas entrevistas con un artículo de opinión firmado por Manuel Llorens y por un texto introductorio en el que le planteamos a nuestros lectores cuál es el significado el Estado de Derecho y qué pasa cuando un gobierno es incapaz de garantizarle las condiciones básicas de vida a sus ciudadanos. Fue un trabajo muy exigente pero quedamos muy satisfechos con el resultado”, afirma.

Un trabajo con el que quieren inspirar a otras personas y a otros medios a hacer periodismo para niños, para que se desarrollen secciones fijas y de calidad en prensa, radio y televisión: “Para nosotros es vergonzoso que la televisión pública española se conforme con un canal como CLAN y no tenga en cuenta el derecho que tienen los niños a estar informados”, concluye.

 

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Autor entrada: Adrián Cordellat

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