En La burbuja terapéutica (Arpa Editores, 2018), Josep Darnés Bosch nos invita a reflexionar acerca de la obsesión por el bienestar emocional y por el crecimiento personal, fruto de una sociedad «psicologizada», y que ha dado lugar al crecimiento sin control de la oferta de terapias, talleres, libros y gurús de todo tipo.
Una crisis de ansiedad llevó a Josep Darnés Bosch, creativo fundador de The Punk, a interesarse por el mundo terapéutico. Un interés que llegó a convertirse en una obsesión durante más de quince años a lo largo de los cuales probó infinidad de terapias y talleres de autoconocimiento y desarrollo personal. La experiencia no ha sido en vano, le ha servido para escribir La burbuja terapéutica (Arpa Editores, 2018), un libro a través del cual nos hace reflexionar acerca de esa obsesión por el bienestar emocional y por el crecimiento personal, fruto, dice, de una sociedad «psicologizada», y que ha dado lugar a la saturación de un sector que crece rápido y sin control. «Este superávit de servicios da lugar a que cada vez haya más “terapeutas” sin clientes, algunos de los cuales están dispuestos a vender servicios de dudosa fiabilidad para subsistir. En esta amalgama de servicios, los consumidores, ya sea por desesperación o simple ignorancia, terminan en muchos casos frustrados y perdidos, e incluso ¡peor de lo que estaban antes!», cuenta de la burbuja terapéutica. A él, escribir el libro le ha servido para «desengancharse» y cree que «adquirir un poco de cultura terapéutica para discernir entre lo que ayuda y lo que no», es la única vía para deshacernos de esas perversiones modernas que tienen que ver con el crecimiento personal y el éxito profesional.
Durante quince años fuiste adicto a las terapias y al desarrollo personal, y fruto de esa experiencia, este libro. Esto es lo que se llama “periodismo gonzo”, ¿no?
No lo había pensado así pero ahora que lo pienso podría tener puntos en común. Desconozco si el gonzo tiene algo de premeditado, el de ir en la búsqueda de una historia que contar. En mi caso fue al revés y nunca había pensado que escribiría un libro sobre este tema, pero hace un par de años el psicólogo Víctor Amat, al contarle un poco mi periplo, me sugirió escribir un libro como una forma incluso para desengancharme.
¿Qué es la burbuja terapéutica?
Se llama burbuja a algo que crece sin mesura, por encima de lo que sería conveniente, y que puede terminar estallando si la especulación se va de madre. Vimos cómo ocurrió con la burbuja inmobiliaria, y en el campo del crecimiento personal y terapéutico también se produce un fenómeno parecido: el sector ha crecido mucho en la últimas décadas – y eso en sí no tiene porque ser malo – lo que ocurre es que se ha generado un excedente de oferta, caótica y poco regulada. Este superávit de servicios da lugar a que cada vez hay más “terapeutas” sin clientes, algunos de los cuales están dispuestos a vender servicios de dudosa fiabilidad para subsistir. En esta amalgama de servicios, los consumidores, ya sea por desesperación o simple ignorancia, terminan en muchos casos frustrados y perdidos, e incluso ¡peor de lo que estaban antes!
Los consumidores, ya sea por desesperación o simple ignorancia, terminan en muchos casos frustrados y perdidos, e incluso ¡peor de lo que estaban antes!
¿Cómo nos deshacemos de las perversiones modernas que tienen que ver con el crecimiento personal y el éxito profesional?
¡Ojalá tuviese la respuesta! Hay personas que de manera natural saben darse cuenta que lo que les están vendiendo es un engaño. Sin embargo estamos otras – a las que llamo hiperterapiados – que somos más fácilmente seducidos por los cantos de sirena. Detrás del hiperterapiado suele haber una historia de sufrimiento o malestar de ahí que también sea más fácil el agarrarse a lo que te van proponiendo. Al final, como insisto en el libro, lo psicológico y todas sus ramificaciones ha penetrado tanto a nivel social y cultural, que no nos queda otra que adquirir un poco de cultura terapéutica para discernir entre lo que ayuda y lo que no. Y en caso de duda, dejemos el trabajo psicológico a profesionales preparados y formados. En mi caso también me ayudó rodearme de personas con más sentido común que yo, y así equilibrar mi predisposición de meterme en según que fregaos. Es una lástima sinceramente, ya que justamente tendría que ser un sector lo más sano posible, pero en el que a menudo se dan todas las perversiones modernas por las que preguntas.
Lo queremos todo, lo queremos ya, y lo queremos bien. ¿Ficción o realidad?
Es injusto generalizar pero diría que cada vez es más realidad. La fantasía del “querer es poder” ha calado hasta el fondo. Y no digo que no sea bueno y recomendable querer e ir a por tus objetivos, cada uno como pueda, pero este pensamiento motivacional del “si lo deseas con todas tus fuerzas podrás conseguirlo”, que es tan habitual en el mundillo de ciertos conferenciantes y libros de autoayuda, ha sido tomado por una máxima incuestionable sin producir resultados constatables. Este fracaso además culpabiliza a la persona ya que pensará que el problema está en no desearlo con las suficientes fuerzas.
El pensamiento motivacional “si lo deseas con todas tus fuerzas podrás conseguirlo”, que es tan habitual en el mundillo de ciertos conferenciantes y libros de autoayuda, ha sido tomado por una máxima incuestionable sin producir resultados constatables.
Dices en el libro que la pasión por el individualismo nos ha llevado a una «sobreobservación del yo», y estamos en un bucle permanente recopilando nuestras dificultades. ¿Cómo crees que se sale de ahí, en un entorno narcisista y salvajemente individualista y con una mochila tan cargada de ambos?
El «cómo» salir de ello no me corresponde a mí decirlo, ¡sino volvería a caer en la autoayuda! Y de eso el lector anda harto muy probablemente. Si alguien sufre por obsesión o exceso de «rumiación» y me pregunta cómo salir de ahí, le recomendaría acudir a un buen psicoterapeuta, por ejemplo. Creo que todos llevamos un psicólogo dentro y, aunque de manera bienintencionada, damos demasiados malos consejos a los demás.
No puedo ser ejemplo de nada, porque parte de mi sufrimiento diario se sustenta en esta sobreobservación constante de mi estado. Esto es habitual en personas que hemos sufrido de ansiedad; nos observamos constantemente para ver si estamos mejor, peor, regular, o si estaremos bien dentro de una hora, o cuando tenga esa presentación tan importante. Pero ya que me citas el individualismo, son cada vez más los expertos que insisten que el enfoque individual del sufrimiento queda muy cojo, y que necesitamos volver a conectar con los demás, en un enfoque más sistémico de la mejora del bienestar.
Si alguien sufre por obsesión o exceso de «rumiación» y me pregunta cómo salir de ahí, le recomendaría acudir a un buen psicoterapeuta.
¿Qué relación hay entre esa preocupación por nosotros mismos y la amplia oferta de terapias y terapeutas?
Se puede observar que el crecimiento de ambos ha ido en paralelo a lo largo de décadas. Se produce un fenómeno curioso que yo creo que sólo se da en este ámbito laboral: muchos de los pacientes y clientes que se «tratan», acaban formándose en la terapia en cuestión y terminan siendo ellos los terapeutas. Yo, por ejemplo, pasé de paciente a alumno de formación para ser terapeuta y después coach en cuestión de poco tiempo, aunque después no he ejercido. Este fenómeno da lugar a mucha gente que se quiere dedicar a este ámbito, algunos con unas habilidades y preparación muy destacadas, pero también con un número nada despreciable de personas poco preparadas y poco dotadas a tales menesteres, que se dedica a “sanar” a los demás.
En un capítulo del libro agrupas los manuales denominados de “autoayuda” en siete tipos: los how to, los exhortativos, los tentadores, los metafóricos, las fábulas iniciáticas, los malrollistas y los temporalizados. ¿Cuáles son los más “peligrosos”?
No creo que se pueda decir que haya unos más “peligrosos” que otros, todo depende del contenido del libro y del uso que haga el lector del mismo. El origen de este tipo de lecturas fue con los “how to” – todos aquellos de Cómo conseguir lo que sea – en Estados Unidos, en la década de los 70, como alternativa a la cultura del Prozac (y que aún se siguen vendiendo).
A título personal encuentro especialmente dañinos los que llamo “malrollistas” que se basan en señalar en todos los aspectos “defectuosos” que tenemos como humanos, lo que, al sufrimiento propio del lector que acude a este tipo de lectura, se le añade el mal rollo por asumir es debido a que tiene un montón de defectos que corregir para “sanar su yo inadecuado o enfermo”.
No creo que se pueda decir que haya unos más “peligrosos” que otros, todo depende del contenido del libro y del uso que haga el lector del mismo.
Mencionas que muchos de estos libros se venden como «libros con la capacidad de transformar a sus lectores», pero que en realidad no existe evidencia científica alguna de que leyendo un libro de autoayuda uno pueda curarse de nada. ¿Sirven para algo los libros de autoayuda?
En mi opinión sirven de muy poco. Lo primero que hay que decir es que habría que separar el grano de la paja y diferenciar lo que es un buen libro de psicología de un libro de autoayuda nefasto. El problema es que en las librerías muchas veces están mezclados y se incluye todo dentro de un cajón llamado «autoayuda».
Lo segundo sería decir que muchos de estos libros se venden como un manual de recetas y que aplicándolas resolveremos nuestros bloqueos. Es posible que durante la lectura del mismo se produzca cierto alivio, aunque sea por el simple hecho de las expectativas depositadas en él, pero de momento no se ha demostrado que la lectura sirva de algo a medio o largo plazo. Y es que en la mayoría de casos, el lector ni sabrá ni podrá aplicar las recomendaciones que ha leído y en el caso de que lo haga es probable que la mejora sea por las propias capacidades del lector para “autoayudarse”. Sin embargo, es tan habitual la mala calidad de los contenidos de este género que a priori dudaría de las promesas que contiene.
Cabe decir que la mayoría de lectores de este tipo de libros son reincidentes, es lo que algunos editores llaman “la regla de los dieciocho meses” y que establece que la persona con más probabilidades de comprar un libro de autoayuda cualquiera es alguien que ha comprado un libro de autoayuda en los dieciocho meses previos. Esto es habitual ya que este tipo de libro se basa en lanzar un anzuelo a la solución de los problemas emocionales pero, como estos persisten en muchos casos, entonces lo lógico es comprar otro libro a ver si de esa manera lo solucionamos. Sinceramente, creo que podemos aprender mucho más de los problemas humanos leyendo buena literatura o filosofía. Al menos yo es lo que estoy intentando.
Podemos aprender mucho más de los problemas humanos leyendo buena literatura o filosofía.
¿Cómo salir indemne de la epidemia de la psicología positiva que inunda nuestras vidas, terrenales y digitales?
Psicología positiva y pensamiento positivo no es lo mismo, aunque soy crítico con ambas, sobre todo con el segundo. Como dices, en términos generales el concepto de positividad ha invadido todos los campos y de hecho no creo que se pueda salir indemne. Creo que el pensamiento positivo, sobre todo si es forzado, y oculta una negación de algo que es evidente que está ocurriendo, es contraproducente. Por ejemplo, el pensamiento positivo es usado por personajes como Trump y Kim Jong-un para alentar a las masas a seguir avanzando ciegamente y sin rechistar en pro de unas teorías esperpénticas, como pueden ser alcanzar el éxito o contribuir a la prosperidad de una nación.
Existe una fobia a la negatividad, por ejemplo, cuando un futbolista pierde un partido o un político pierde unas elecciones y se le pregunta es habitual que responda: “Ahora hay que ser positivo y levantarnos de esta rápidamente para seguir trabajando”. Seguramente al futbolista le gustaría decir: “Esto es una mierda, dejadme en paz, tengo ganas de irme a mi casa”, pero no es lo socialmente aceptable, así que en pro de una positividad inquebrantable nos autoimponemos que “hay que ser positivo”.
El pensamiento positivo es usado por personajes como Trump y Kim Jong-un para alentar a las masas a seguir avanzando ciegamente y sin rechistar.
Por último, concluyes el libro diciendo que aunque por suerte estamos ya cansados de tanto vendehúmos parece que aún queda mucho porque “el grado de empastillamiento parece que seguirá creciendo en los próximos años”. ¿Evolución o involución?
Según datos estadísticos oficiales, en la última década el consumo de ansiolíticos e hipnóticos se ha duplicado y no parece que vaya a decrecer esta tendencia. Aquí yo distinguiría por un lado evolución: es importante que se investigue qué psicofármacos pueden ayudar a sobrellevar momentos y situaciones difíciles de la vida, cuando la ansiedad por ejemplo nos supera, y necesitemos restablecer el equilibrio. Pero, por otro lado, a mi entender también es una involución que se haya aceptado de manera generalizada que la solución y salida del malestar, del sufrimiento de cara a seguir “funcionando” sea la medicación masiva, cuando además son cada vez más los expertos que dudan que sea una opción adecuada, e incluso contraproducente.
Es una involución que se haya aceptado de manera generalizada que la solución y salida del malestar, del sufrimiento de cara a seguir “funcionando” sea la medicación masiva.