Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS) la contaminación del aire se encuentra detrás de alrededor de siete millones de muertes al año en el mundo, de las cuales 2,5 millones corresponden a enfermedades del corazón (25%), y 1,4 millones a ictus (24%). Tal es el impacto de la contaminación sobre la salud cardiovascular que desde la OMS se refieren a ésta como el “nuevo tabaco”, poniendo en evidencia de esta forma que la contaminación ambiental es ya, sin lugar a dudas, uno de los principales retos de salud pública a nivel mundial.
“La contaminación es uno de los factores de riesgo cardiovascular más importantes que hay, a la altura del tabaquismo, de la hipertensión o de la diabetes”, coincide el doctor José Luis Palma, vicepresidente de la Fundación Española del Corazón, que destaca, además, que la contaminación del aire, aunque cueste creerlo, afecta mucho más al aparato cardiovascular que al respiratorio. “A la contaminación del aire se le pueden llegar a imputar hasta 100 patologías distintas, de las cuales el 80% afectan directamente al sistema cardiovascular. Y si tenemos en cuenta que el 93% de la población española respira un aire que excede los límites considerados como peligrosos para la salud…”, reflexiona.
El tráfico rodado como mayor fuente de contaminación
Según las distintas investigaciones, los productos contaminantes de mayor impacto medioambiental y para la salud de la ciudadanía son las partículas de la materia en suspensión, tanto sólidas como líquidas, el ozono, el monóxido de carbono (CO), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2) y los compuestos orgánicos volátiles (COV).
“Todas estas sustancias vician el aire, haciéndolo insalubre y peligroso. Su paso a la sangre, a través de la barrera alveolar, favorece el desarrollo de cardiopatía isquémica, insuficiencia cardiaca, arritmias graves que pueden generar en parada cardiocirculatoria, ictus, tromboembolismo pulmonar y sistémico, trombosis venosa profunda y arterioesclerosis acelerada”, indica el experto.
Aunque la mayoría de actividades desarrolladas en las sociedades contemporáneas generan productos contaminantes que favorecen el desarrollo de estas enfermedades, el tráfico rodado es, sin lugar a dudas, uno de los principales responsables del deterioro de la calidad del aire en las ciudades. No en vano, distintos estudios españoles han revelado que su contribución en este sentido oscila entre un 70% y un 80% en la contaminación por partículas en suspensión de menos de 2,5 micras (PM 2,5), compuesto que tiene un impacto directo sobre la salud de la población y que, en la actualidad, es el mejor indicador de la contaminación urbana.
«A la contaminación del aire se le pueden llegar a imputar hasta 100 patologías distintas, de las cuales el 80% afectan directamente al sistema cardiovascular»
¿No le sorprende entonces todas las trabas que se ponen a medidas como la tomada por Ayuntamiento de Madrid con la instauración de Madrid Central? “Creo que es falta de información, porque si la gente fuera consciente de los riesgos…”, responde el vicepresidente de la FEC, que pone como ejemplo similar a lo que está ocurriendo la aprobación de la Ley Antitabaco. “Costó, pero la gente acabó aceptando que se suprimiera el consumo de tabaco en lugares cerrados. Incluso hoy se quiere ampliar esa medida. Pues lo mismo ocurre ahora con la contaminación. La gente no está informada y no sabe el riesgo que supone para la salud respirar un aire contaminado. Cuando se restringe la velocidad en la M30 o la circulación de vehículos contaminantes por la zona centro de Madrid el Ayuntamiento no lo hace por fastidiar al ciudadano, sino por el bien de éstos, por los niveles que se alcanzan de dióxido de nitrógeno y también de partículas en suspensión”, afirma.
Para el doctor José Luis Palma es una evidencia perfectamente estudiada que los días de más concentración de contaminación ambiental se incrementa el número de ingresos hospitalarios por procesos cardiorrespiratorios agudos, así como las probabilidades de muerte súbita de origen cardiovascular y de infarto de miocardio. “Se ha estudiado que los aumentos de PM 2,5 en el aire incrementan el riesgo de morir por cualquier causa y, en especial, de fallecer por enfermedades del aparato circulatorio y cáncer de pulmón”, expone.
Nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética
El borrador de la nueva Ley de Cambio Climático y Transición Energética que quiere aprobar el Gobierno de Pedro Sánchez pretender ser un instrumento clave para garantizar la consecución de los compromisos de España ante la UE en materia de energía y clima en el marco del Acuerdo de París contra el calentamiento global. En ella, sin ir más lejos, se ha fijado para el año 2040 el fin de las ventas de vehículos diésel, gasolina e híbridos, por su impacto en la contaminación del aire.
“Nunca es tarde si la dicha es buena”, concede Palma, que no obstante considera que el Gobierno quizás ha actuado “con precipitación” desde el punto de vista económico, generando “un clima de alerta y de desconfianza” entre los ciudadanos y los fabricantes de vehículos. “Pero es necesario en todo caso que los nuevos coches, por ejemplo, vengan con catalizadores para reducir las emisiones, ya que con ellos se reducen hasta en un 98% en el caso del dióxido de carbono. Estoy persuadido y convencido que la contaminación ambiental es un factor de riesgo cardiovascular y, por tanto, hay que dar pasos para reducirla. Pero deben ser medidas a nivel global, porque de nada vale que yo tenga muy limpia Madrid si otras zonas están contaminadas y esa contaminación nos acaba llegando a nosotros”, concluye.