Hace unos días, una de las personas más admiradas de nuestro país pronunció unas palabras que me hicieron pensar muchísimo, y eso que hacía tanto calor que casi no tenía neurona. Pero leer lo siguiente me despertó el cerebro abotargado:
Rafa Nadal sobre su futura paternidad: “No sé la forma en la que me cambiará la vida, porque no tengo experiencia en ellos, pero no creo que la paternidad suponga un cambio en mi vida profesional».
— MaMagazine (@MaMagazine_es) June 17, 2022
Lo primero que pensé es que a veces decimos cosas por decir… Porque ya me diréis que aporta esto más allá de la suposición. Pero en realidad sí que nos aporta, me diréis que estamos aquí escribiendo sobre ello. Y es cierto. Porque dicen mucho sobre lo que esperamos sobre tener hijos y sobre lo que él en concreto espera. Y eso siempre ayuda a reflexionar sobre la infancia y su mundo.
Lo segundo que pensé es que es evidente que no podemos extrapolar lo que piensa un tenista de primer nivel como representativo de una sociedad… ¿O sí? Me explico: está claro que teniendo la profesión y el nivel de vida que tiene tendrá recursos y prioridades muy distintas a las que tendremos el resto del pueblo. Pagar facturas a fin de mes, si llevamos al muchachito a la escuela infantil o no, quién se queda con la criatura si queremos ir a taparnos las canas a la peluquería…, todas esas cuestiones, imagino que quedan muy fuera de los esquemas mentales de Nadal y su pareja (a la que no han incluido convenientemente en esas declaraciones, alguien sabrá por qué) y supongo que ponernos en la cabeza de alguien de ese nivel debe ser complicado. Y tal vez, solo tal vez, no podamos juzgar. Ni debamos… Aunque nos pueda la naturaleza humana de cotillas del visillo virtual y necesitemos opinar sobre todo.
Pensé que como vivir en otro nivel estratosférico te hace hablar desde la sinceridad más políticamente incorrecta. A Nadal se la debe bufar lo que piensen de él, de si va a ser o no buen padre, de si se va a involucrar o no, o de si dirá a su entorno que él «ayuda en casa». Está en las cosas esas del éxito mundial y supongo que eso te hace medio inmune a ese ruidillo de las redes siempre que suelta alguna perla por esa boquita. Qué más le dará a Nadal lo que opine @manolite345, ¿no? (bien pensado, qué más nos dará a todos, pero bueno…).
Pero también pensé en él como persona y como futuro padre y me dio penica que lo tenga tan claro. Que no va a cambiar su vida profesional, bastante inseparable, no lo neguemos, de la vida personal, es algo que vemos todos claro, pero que a mí personalmente me ha recordado a esas ideas que tenía antes del embarazo y la maternidad en las que me las prometía muy felices pensando que podría ser una mujer profesional IGUALITA que antes. Que mi criatura no iba a afectar a mi carrera de la misma manera que no iba a afectar a la del padre. Y AY AMIGAS, qué equivocada estaba y cómo me estampé contra la pared del mundo real. Y cómo me ha costado asumir que la maternidad sí que iba a cambiar mi vida profesional y personal. Y que yo, como tantas otras madres, no pude elegir si les cambiaba o no. Me podréis decir que sí que tuve elección al escoger una jornada reducida y no regresar al trabajo en igualdad de condiciones que el resto de mis compañeros. Pero os podría contestar que os engañáis pensando que esa decisión no se convirtió más que en una excusa para la empresa a la hora de decidir a quién echaba primero. Las madres con jornada completa también están en la diana porque siguen cuidando desde la oficina, van al médico, a las reuniones con la tutora, a comprar los disfraces al bazar y salen corriendo si la criatura se pone enferma.
Esto lo cuento mucho en Adiós expectativas, hola realidad y de lo que cuento ahí me acordé mucho al leer a Nadal. De cómo pensamos que estamos mucho más avanzados de lo que realmente estamos en materia de conciliación y cuidados. De cómo poner por delante la carrera a la familia sigue siendo un dilema de guion de película de ciencia ficción para muchas, que frente a esa expectativa previa al parto se dan de bruces con que la alternativa es sobrevivir o no hacerlo, simplemente. Y si no, pensemos en cómo viene el verano para la mayoría de las madres y qué expectativa se les presenta, especialmente con criaturas pequeñas y por lo tanto más dependientes: susto o muerte. Caos o destrucción. Campamentos o permisos. ¿Elecciones o supervivencia?
Porque quienes niegan la diferencia entre hombres y mujeres al convertirse en progenitores, se olvidan de la tremenda y absoluta realidad y de que ahora mismo los padres SI pueden elegir que les afecte o no, pero las madres NO.
Y por último también pensé en cómo habrá quien lo defienda y aplauda, porque ese hombre es un deportista de élite y su devoción al puesto está por delante de cualquier otra cosa. ¿Seguro? ¿Tú qué harías en su lugar?
Tal vez este sea el pensamiento que más rasque por dentro y te haga rotar sobre ti misma para ver qué significa tener un hijo para cada uno, para la sociedad, hoy en día. Qué se valora más y cómo ordenas en tu vida las decisiones según tus circunstancias…
En fin, que he pensado mucho, como veis, aunque no sé si todo esto lleva a algún sitio más allá de este post y de juntar letritas para llegar hasta vosotros.
Contadme, si queréis, qué opináis sobre este asunto y vuestros propios pensamientos. Me encantará leeros.
¡Gracias!