«Nadie dijo que sería fácil.
No, nadie dijo que sería fácil, pero tampoco nadie dijo que me sería tan duro en ocasiones.
A lo mejor, porque resulta que cada individuo es, pues eso, individual, con sus circunstancias, sus creencias, sus hijos todos ellos diferentes y su equipaje de mano o sobrefacturado.
El caso es que nadie me lo dijo.
Yo sabía que no era todo de color de rosa, y que los arcoíris de brillantina no existían, pero hasta que no tuve que vivirlo no comprendí al 100% aquella amada expresión de “Abraza el caos”.
Abraza el caos, ese que puebla tu casa.
Ese que se desata cuando le has dado la taza azul en vez de la verde.
Ese de las siestas, que ya no tienen ni patrón ni que se le parezca.
Abraza el caos de tu vida, que ni una agenda puede organizar, ese baile constante de «quieros» y «no puedos» que son lo días.
Retuerce un poco más las horas y explora los límites de la multitarea, y abraza el caos.
Pero sobretodo, abraza tu caos. Ese huracán que se desata cada vez que las cosas se escapan a tu control. Ese caos que no sabías que tenías dentro de ti.
Nadie me dijo que sería fácil, pero tampoco nadie me contó el choque de trenes que viviría cuando la niña que había conseguido olvidar que en otro tiempo fui y la niña que quiero que sea mi hija se chocan contra la dura realidad.
Los libros de crianza, de disciplina positiva y de educación sin lágrimas se acumulan en mi mesita y mi cabeza, ayudando y angustiando a partes iguales.
Nadie me dijo que sería fácil.
Y aun así nadie me dijo que para educar tendría que educar, de nuevo, a esa niña que un día fui.
Nadie me dijo que esto iba a ser tan duro. Nadie me dijo que todos los fantasmas que había encerrado tras aquella gran puerta saldrían en desbandada, y se apoderarían de mi en los momentos álgidos de rabietas.
Nadie me dijo que conciliarlo todo sería tan complejo, tan agotador, tan extenuante.
Nadie me dijo que ser madre me rompería todos y cada uno de mis esquemas.
Esos que todas tenemos ideados antes de dar a luz, y que se empiezan a irse al traste en cuanto pides esa epidural que te juraste no usarías.
Nadie dijo que sería fácil, pero nadie me dijo que me resultaría tan duro, que sería tan difícil para mi.
Nadie me lo dijo. O quizás no lo quisimos escuchar.
Lo que si me dijeron, es que era lo más bonito que me iba a pasar en la vida.
Cada día, en este huracán de emociones que tanto cuestan gestionar, me tengo que sentar y abrazar mi caos.
Abrazar a esa niña que habita en mí y que ve ahora los reflejos de aquello que tanto me esforcé en olvidar.
Y recordarme a mí misma, que todo pasará y tengo que buscar las fuerzas para quedarme con lo positivo.
Parar a disfrutarla y a disfrutar de la maternidad.
Nadie me dijo que sería fácil. Pero eso no es excusa para mejorar.
Nadie me dijo que sería fácil, pero sí que el caos tendría que abrazar«.
Firmado: Zora Groothuis de Conciliando por la vida