¿Cuántas maneras de vivir la maternidad existen? ¿Cuántas estilos de maternidad? ¿Cuántas maternidades existen dentro de cada una de nosotras?
La experiencia de la maternidad no es un producto que compras en Amazon Prime y recibes mañana, al menos no por ahora. No es un «algoa» y por lo tanto no es algo que podamos definir de la misma manera para todo el mundo. Podemos leer definiciones como la de la Real Academia de la Lengua que define maternidad como: Estado o cualidad de madre. O la que te da el diccionario de Google: Estado o circunstancia de la mujer que ha sido madre.
Pero ¿acaso esas definiciones hablan sobre cómo sentirte? ¿Qué se espera de ti cuando eres madre además de cuidar de tu bebé? ¿En qué medida va a cambiar tu vida al convertirte en madre?
Nadie lo puede saber.
Esa es la realidad. Dura y a la vez fantástica.
La maternidad es una vivencia única, llena de matices y de diferencias en función de tus propias circunstancias. La maternidad no es un modelo talla M de una boutique que adaptas según tu tipo de cuerpo. La maternidad es una tienda entera llena de posibilidades.
¿Y qué supone esto en realidad? ¿Qué quieres decirnos con este editorial de domingo tan abstracto?
Que no hay una maternidad mejor que otra.
Que no ganamos nada comparando y midiendo tallas. Lo que a mí me queda pequeño puede que aquí te valga a las mil maravillas. Lo que a ti te sobra, lo mismo es lo que yo estaba buscando.
Pero también quiero deciros que compartir las diferencias nos hace entender que lo nuestro no es lo único que existe o que funciona. Que porque a mí la lactancia materna me haya ido genial puede que a ti no te haya funcionado y que no pasa nada por eso. Que tu jornada puede que haya sido partida y la mía continua y estemos ambas igual de fastidiadas, que las papillas hayan entrado antes o que seamos más de baby led weaning y aún así, es muy probable que tengamos las mismas inquietudes…
Puede que entender que existen diferentes patrones y situaciones nos haga mirar a los demás con menos prejuicios y más empatía.
Dejemos de juzgar a los demás por vivir su propia historia, dejemos de comparar nuestras maternidades, y escuchemos lo que tienen que contarnos.