El verano en la ciudad también existe.
El que te cae con una ola de calor, sin planes, ni aire acondicionado. El que te encierra en la capital, sin más salida que mirar por la ventana al caer la tarde, cuando por fin se puede subir la persiana.
Ese verano de calor sudado, de niños encima, con el pañal al límite, como tu paciencia. Niños, 24 horas a tus piernas pegados, sin más control que caer rendidos a las tantas de la noche. Niños con la sonrisa manchada de plastilina y chocolate que han sacado de alguna bolsa. Niños que te ofuscan y te agotan.
Veranos que no has buscado, que un año más se te ha pasado planear. Que tampoco podría ser de otra forma porque este año tampoco llegas.
Y mientras te apuntas a la cara el ventilador con el que esperas sobrevivir hasta septiembre y te acomodas con el pequeño pegado a ti en esa siesta espontánea tras todo el día despierto, te atreves a asomarte al escaparate de los veranos ajenos. Con un poco de miedo, pero también soñando. Todas esas playas, esos atardeceres, esos paisajes que, a lo mejor, algún día, serás capaz de pisar… Los veranos de los otros. Con sonrisas y felicidad con olor a aire acondicionado bien alto. Siempre luminosos, coloridos, con brisas acuáticas y tonos pastel. Tan ajenos, tan dolorosos. Tan extraños. Nada que ver con tus jornadas, piensas, mientras repasas con la mirada el salón convertido en campo de batalla de dos criaturas en plena guerra por la conquista de su universo. ¿Soy yo o nada es como pensaba? ¿Es el verano otro filtro más de Instagram?
Verano, calor, 24 horas con ellos, sola la mayor parte del tiempo. Agotada, sin tregua, sin un atisbo de esos paraísos acuáticos, sin que nada de brisa se cuele entre tus cortinas. Sin tiempo libre. Sin arena de playa en tus dedos.
El pequeño está empapado y te tiene como rehén en su descanso del guerrero. Mientras el mayor se entretiene con unos bloques y te mira de reojo para que no escapes. Como si pudieras, resoplas.
Y el ventilador va repartiendo pequeños soplos de aliento. Venga, que tú puedes.
Y a pesar de todo, del calor, de la soledad, de la penumbra, acaricias con la punta de los dedos esos rizos empapados del pequeño. Y, cansada, sonríes.
Qué gran verano. Qué gran verano…
2 thoughts on “Cuando el verano es un filtro de Instagram…”
Marina (Trucos de Familia)
(22 julio, 2019 -8:15 am)Monica, que chulo! Este artículo es tal cual como la marternidad: bello y duro.
Una lista de miniplanes, planes y planazos va muy bien. Ordernar por tiempo necesario y coste ;D.
En algunas ciudades faltan más árboles que planes. Bajo los árboles las olas de calor, los veranos aburridos y las horas se escapan entre las hojas. Su sombra es un tersoro.
¡Feliz verano!
Mónica
(22 julio, 2019 -11:01 am)Muchas gracias Marina!! Un abrazo enorme y feliz verano!!!