Resulta que soy una madre muy corriente. Viajo lo justito en tren, y de manera milagrosa lo hago con mis hijas, que da la circunstancia que son pequeñas, así que lejos de guardarme este relato para mí sola, creo que lo suyo es que lo comparta con el mundo y lance mi petición al universo por si de rebote le llega a Renfe.
Renfe, amigos del silencio y de los sandwiches recauchutados, de los auriculares que se autodestruyen tras el primer uso, de los baños con compartimentos secretos que luego no esconden nada… Renfe, Renfe, ¿por qué no nos quieres?
Sé, porque lo he probado varias veces, que tienes un vagón para el silencio. Un coche entero para que gente seria, o como sea, vaya en paz, meditando o durmiendo. O haciendo punto. O trabajando, ahí, levantando España. Y me parece fantástico, FANTÁSTICO, de hecho yo los pido cuando puedo, aunque también te diré que creo que debes señalizarlo mejor, porque siempre se te cuela algún/a despistado/a que llama a toda su familia mientras viaja ahí y nos obliga al resto a fusilarle con la mirada para que se vaya al pasillo a perturbar el viaje de Los Otros, los Ruidosos….
Pero mola, está bien, es un concepto que me ha gustado.
Ahora bien. Cuando ya no viajo como curranta, que viajo como madre de familia, encima sola con mis dos churumbeles y me presento en mi vagón, con un viaje de cuatro horitas por delante, me invade un sudor frío y me paso una semana sin dormir. aún menos de lo que me dejan mis hijas, anticipando lo que me espera en esas horas de «pasión».
Porque viajar en Renfe, en AVE en este caso, con dos niñas pequeñas, una de ellas una monstruita en edad de destrozar el mundo a su alrededor (año y medio), es una experiencia digna del mejor capítulo de Estivill (guiño, guiño, codazo, codazo).
El momento asiento
Creo que nada más sentarnos para empezar el viaje aguantamos 2 minutos en nuestro sitio. La pequeña, como poseída por la reposición de los Gremlims de las cuatro en Antena 3, empezó a berrear en cuanto el tren empezó a andar. Y siguió. Y no había forma de que se calmara básicamente porque es un bebé, y muy suyo además, y a veces le pasa eso de ser irracional e infantil, yo qué sé. Pero el vagón al completo, que no era el del silencio, pero como si lo fuera, me miraba con ojos de Carrie en su fiesta de instituto. Os lo juro, que tras media hora sin parar de aguantar los berreos de mi hija, yo también me odiaba a mí misma, así que mi gremlim y yo iniciamos un ascenso-descenso por los pasillos del AVE durante 4 horas para evitar que mis vecinos de vagón y los coches más cercanos nos hicieran un Brexit en toda regla.
El momento ansiedad por rapto
Suerte que la mayor es un poco más independiente y se pudo quedar solita viendo una peli en la tablet (como es pequeñita no llega a ver la pantalla del pasillo, así que peli al canto ¡y dando gracias!?, porque pasear arriba y abajo por el AVE con las dos hubiera sido aún peor. Pero claro, a ver si os pensáis que yo me iba tranquila dejando a la niña ahí sola, con 5 años… Pues no, y según iba alejándome se me pasaban por la cabeza todas las pelis de raptos de niños en trenes y aviones que he visto en mi vida (¿quién me manda ver tanta peli mala?). Así que no es la mejor solución, la verdad.
El momento comida
Como os podéis imaginar duermo poco en mi vida normal. La pequeña me despierta muy a menudo, y eso influye directamente en mi capacidad de raciocinio. Así que a pesar de tener un viaje de cuatro horas por delante CON NIÑAS no cogí mucha comida y creo que llevaba una bolsita de pasas como todo nuestro botín. Pero en uno de los millones de paseos por todo el tren me acerqué a la cafetería a buscar algo un poco más consistente para las dos.
Y oye, no es por nada, pero Renfe, RENFE, no puedes incluir en tu menú algo un poco más variado, más rico, más saludable, más, MÁS, que el sandwich mixto o el donuts? En serio no hay más que las galletas de chocolate y las patatas fritas como snack? No tenéis en nómina alguien que sepa un poquito de nutrición para incluir unas piezas de fruta por lo menos?
Lagrimones como mejillones me caían de vuelta al asiento, menudo panorama desolador.
No sé si habéis viajado alguna vez con niños pequeños en viajes de larga distancia, pero si el bebé está en fase embrionaria de convertirse en monstruo total, como la mía, o incluso con niños normales, de esos que tienen ganas de hablar, de jugar, de cantar y que, no nos olvidemos, son niños pequeños, tras cuatro horas o más (o incluso menos) te dan ganas de abrir la ventana y tirarte en marcha. Y no por los niños, que al fin y al cabo son tuyos, y te toca apechugar, sino porque no se dan las circunstancias para tener un viaje llevadero. Si te coges las mesas de 4 vas un poco m´´as holgado, pero eso solo te garantizará el viaje placentero si tus hijos tienen botón de MUTE, y las mías no lo tienen, por desgracia.
Y con cada grito, con cada voz de mis niñas que tras dos horas ya no sabían donde meterse, yo sentí la ira furibunda del resto del pasaje, que estoy segura de que nos odiaron mucho, muy fuerte, y durante varios días tras ese viaje. Lo que me duró a mí la ansiedad que me causó tanto paseo arriba-abajo mientras mi criatura gruñía por todo el tren…
Y digo yo, tras esta parrafada, perdonadme por ello pero duermo poco, ¿por qué, POR QUÉ, no podemos tener un vagón familiar o kids friendly donde podamos viajar con niños sin necesidad de provocar el odio eterno de nuestros vecinos? ¿Por qué no se imita a países nórdicos donde tienen estos vagones incluso para trayectos cortos? Que digo yo que tampoco cuesta tanto, si con adaptarlo un poquito, un menú un poquito más cuidado y sin tanta basurilla (ojito con los menús infantiles de los aviones porque flipas), unos jueguecitos tipo salita del dentista o algo así, y sobre todo que los pasajeros sepan que en ese vagón es probable que haya niños correteando y no te gruñan por eso, pues ya con eso avanzaríamos tanto como sociedad que no odia a los niños…(y a sus madres ojerosas).
Así que por favor, por favor, Renfe, cuida un poquito más los espacios para los niños. Las familias te lo agradeceríamos tanto como los ejecutivos su silencio sepulcral (no siempre) en su vagón del silencio silencioso…
Y eso sí, si tú lector te cruzas mañana conmigo y mis hijas en otro viaje de cuatro horas y tienes la suerte de ocupar un asiento cercano, ten paciencia con nosotr@s. Porque seguro que nosotr@s lo estamos pasando peor…