“No tenía ninguna intencionalidad reivindicativa con el libro más allá de convencer a mi hija de que ser una princesa rosa era absolutamente absurdo”, cuenta a Madresfera la escritora e ilustradora Raquel Díaz Reguera. Su álbum ilustrado ‘¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?’, sin embargo, se ha convertido en un icono en la lucha por la igualdad de derechos, por transmitir a las niñas “que pueden y deben tener otros sueños más allá que el de ser una flor delicada y frágil que espera que un hombre venga a rescatarla”, porque como explica la sevillana, “es mucho mejor salir a cazar al dragón que esperar a que venga un príncipe a hacerlo por ti”. Diez ediciones lleva ya el libro publicado por la editora Thule, cuyo personaje protagonista, Carlota, acaba de dar el salto al teatro en Barcelona de la mano de Paco Mir (Tricicle).
La colección argentina ‘#AntiPrincesas’ (‘Otras Princesas’ en España), de la editorial Chirimbote, por su parte, “surgió con la idea de contar historias de mujeres reales”. Luego, según cuenta la autora de los libros, Nadia Fink, vieron que esas mujeres reales “se oponían a los estereotipos” que se han mostrado desde hace años a través de cuentos clásicos y también los reversionados por Disney. De ahí, como en el caso de Carlota, la idea de oponer a sus anti princesas “a estas princesas clásicas, siempre a la espera de ser rescatadas por un príncipe”. Entre esas anti princesas están ya Frida Kahlo, Violeta Parra, Juana Azurduy, Clarice Lispector, Gilda y, próximamente, Alfonsina Storni. Todas ellas mujeres latinoamericanas “que desafiaron a su tiempo, que traspasaron límites invisibles en el arte, la guerra o la política, que desafiaron el rol que se le otorgaba a la mujer en su tiempo, que salieron en busca de sus ideales”.
El éxito del cuento que Raquel Díaz Reguera escribió para su hija Violeta y de la colección escrita por Nadia Fink muestra que hay interés por este tipo de contenidos, “una necesidad”, como lo define la autora argentina. “Al parecer es evidente que hay muchas niñas que quieren ser princesas rosas y muchos padres y profesores que buscan herramientas para luchar contra esos estereotipos”, comenta Raquel. “Creo que las editoriales independientes nos debíamos un trabajo con la infancia que despertara la discusión sobre algunos estereotipos que se siguen imponiendo”, confirma por su parte Nadia.
Cambiar la mirada hacia la mujer
“Hay varios estudios que demuestran que las niñas no nacen queriendo ser princesas, sino que es algo que se les va imponiendo con el tiempo: con las vestimentas, los juegos a los que se las deja jugar, los juguetes que reciben…”, enumera la escritora argentina. Según cuenta Raquel Díaz Reguera de las reacciones que ve en niños y niñas en el teatro, parece que hay esperanza: “Todos los niños que asisten al espectáculo participan en el mismo siendo consejeros reales, ayudando a Carlota a dejar de ser princesa rosa. Y todos los niños, y hablo en masculino, coinciden en que debe dejar de serlo. Es sorprendente. Como lo es que cuando empieza la obra entre 10 y 20 niñas del público quieren ser princesa rosa, pero cuando acaba ya no quiere serlo ninguna. Y de eso se trata”.
“Al parecer es evidente que hay muchas niñas que quieren ser princesas rosas y muchos padres y profesores que buscan herramientas para luchar contra esos estereotipos”
Al final, como explica Nadia Fink, se trata de cambiar la mirada hacia la mujer, que tiende a ser “sesgada y no implica todo lo que somos y hacemos cada día”. Así, en los cuentos infantiles clásicos, es habitual que además de esperar a un príncipe, se muestre a unas mujeres que “deben seguir mandatos familiares impuestos por sangre, lo que les coarta la libertad para ser quienes quieren ser”. A eso une la argentina otra característica habitual en este tipo de historias, que tiende a mostrar una rivalidad entre mujeres (madrastras, hermanastras, etc.), “cuando en la vida real las mujeres nos juntamos, construimos colectivamente, nos potenciamos”.
A cambiar esa mirada puede ayudar la literatura infantil, “una herramienta educativa muy importante” según Raquel Díaz, como demuestra el hecho de que en los colegios se esté utilizando mucho el álbum ilustrado y la novela corta para poner ejemplos de los que “salen debates muy interesantes” con los niños: “Es una manera de que los niños comprendan situaciones que posiblemente viven a diario pero en las que ellos a lo mejor no se ven hasta que un personaje pasa por ellas”. En casos como el de la colección #AntiPrincesas, por ejemplo, poder conocer a mujeres importantes de la historia “pero, a la vez, tan humanas y cercanas, es otra opción para descubrir las múltiples posibilidades de ser mujeres que existen”.
Un nuevo modelo de mujer… y de hombre
Cuesta cambiar los estereotipos, porque como afirma la autora de ‘¿Hay algo más aburrido que ser una princesa rosa?’, “estamos bombardeados por el modelo oficial que nos presentan”. Comparte esa opinión Nadia Fink, quien asegura que basta con hacer el ejercicio de entrar en una juguetería y ver cómo se diferencian por colores y temáticas los juguetes para niños de los juguetes para niñas: “Es un peso enorme también para un niño que quisiera, por ejemplo, bailar o jugar con muñecas. Cuando son pequeños, las niñas y niños no separan tanto su manera de jugar, de ser o de vestirse como se lo imponen desde afuera. Y a medida que crecen, desandar esos estereotipos lleva mucho tiempo”.
«Poder conocer a mujeres importantes de la historia pero, a la vez, tan humanas y cercanas, es otra opción para descubrir las múltiples posibilidades de ser mujeres que existen”.
Por eso, según Raquel Díaz, “hay que ofrecer otro modelo de mujer, pero también otro modelo de hombre”, y aclarar a los niños, independientemente de su sexo, que “sean lo que sean pueden llegar a ser lo que quieran ser.”, porque al final ser niño o niña “es lo menos trascendente que existe”. En ese sentido se pronuncia también Nadia Fink, que aboga por “promover la libertad, dejarles que puedan hacer y equivocarse, y que vayan decidiendo quiénes quieren ser y qué quieren hacer. Para las mujeres, a veces es un camino que nos lleva toda la vida, porque en el medio tenemos que sacarnos de encima un montón de prejuicios por no encajar con ciertos moldes que se nos imponen”.
Como padres nos toca romper esos moldes. Qué mejor forma de hacerlo que a través de la literatura.