Madresfera

Más de 14.000 niños en España se encuentran tutelados en centros de menores sin que tengan satisfecho su derecho a crecer en familia. El acogimiento familiar se muestra como la mejor opción para evitar la intitucionalización de esos niños, facilitando su desarrollo en un entorno familiar que les aporte estabilidad y afecto.

El pasado 15 de mayo se celebró el Día Internacional de la Familia, que desde 1994 busca concienciar sobre cuestiones sociales, económicas y demográficas relacionadas con las familias. Actualmente, y pese a que todos los niños tienen derecho a crecer en el seno de una familia que les cuide y que les proteja, sólo en nuestro país más de 14.000 niños y adolescentes se ven privados de este derecho fundamental. El acogimiento familiar se muestra como una de las mejores vías para evitar la institucionalización de los menores, facilitando un desarrollo sano en un entorno familiar que les aporte la estabilidad y el afecto que necesitan.

El derecho a crecer en un ambiente familiar

Desde la Asociación estatal de acogimiento familiar (ASEAF), fundada en 2006 para dar mayor visibilidad a la figura del acogimiento familiar y dar soporte a las familias acogedoras, insisten en que España es uno de los países que más niños tiene institucionalizados. Por ello, y con motivo del Día internacional de la familia, quieren seguir concienciando a la población acerca de la importancia del acogimiento familiar para dar soporte a los más de 14.000 niños que no disfrutan de su derecho a crecer en familia. “Estos menores crecen en centros residenciales debido a que sus padres, por circunstancias personales o sociales graves no pueden hacerse cargo de ellos y son tutelados por el Estado. El acogimiento familiar es la solución por derecho para estos niños pero la sociedad española no conoce esta realidad”, lamentan desde ASEAF.

La Convención sobre los Derechos del Niño de Naciones Unidas reconoce que “el niño debe crecer en el seno de la familia, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión para permitir su adecuado crecimiento psicológico y personal”. Sin embargo, aunque han pasado ya treinta años de la aprobación de la ley que inició la regulación legal del acogimiento familiar en España con el objetivo de satisfacer ese derecho, desde el Comité de los Derechos del Niño de la ONU, en sus “Observaciones Finales a España para el 2018”, admiten estar preocupados por el elevado número de niños en atención residencial en nuestro país y recomienda “agilizar el proceso de desinstitucionalización, garantizando que la atención residencial se utilice como medida de último recurso”.

El acogimiento familiar puede llevarse a cabo en familia extensa o ajena y a su vez de forma urgente, temporal o permanente. Las distintas opciones tienen el objetivo de cubrir las distintas necesidades de los niños y de las familias. Pero la realidad es que aún sigue siendo una medida desconocida para la población, lo que hace que aún sean pocas familias las que se deciden a dar el paso del acogimiento. Tampoco ayuda la falta de apoyo institucional, tanto a nivel informativo como económico. ¿Por qué las familias no se animan a acoger? Responde María Arauz, vicepresidenta de ASEAF y autora del libro Adivina quién llama a la puerta sobre acogimiento familiar, que hay aún un gran desconocimiento y miedo a la pérdida, al no tener la garantía de tener al niño para siempre. “Falta mucha información y la que hay no es veraz. A los niños no te los “quitan” de un día para otro, ese pensamiento tiene que cambiar. También ocurre que faltan muchísimos recursos. Es una medida de protección muy valiosa para los niños pero muy compleja de gestionar y se requieren muchos recursos para hacerlo bien y las administraciones tienen un gran camino que recorrer en ese sentido”, explica.

Sin apoyo institucional

La falta de recursos es el mayor problema del acogimiento familiar en nuestro país. Tan sólo hay una ayuda económica, sujeta a aprobación anual, pero que ni siquiera es un derecho del niño cuando firmas el contrato de acogimiento: “Anualmente se aprueban unas subvenciones anuales que varían en función de la comunidad autónoma, y que están muy por debajo de lo que le cuesta a la administración mantener a un niño en acogimiento residencial”. Insiste María en que desde las asociaciones muchas veces no reclaman sólo la ayuda económica, que opina que ayudaría a que muchas más familias se animasen a acoger, sino que también reclaman ayudas de apoyo psicoterapéutico para los niños “porque en casi todos los casos necesitan ese tipo de soporte y son las propias familias las que deben sufragarlo”.

Concluyen desde ASEAF que hacer realidad la transición de un centro de menores a una familia es un deber de los poderes públicos, pero también una responsabilidad de toda la sociedad. “Hay que invertir el sistema: cerrar centros (no todos por supuesto) y buscar familias. Es importante propiciar una auténtica cultura de acogimiento familiar porque no podemos permitir que haya más de 14.000 niños esperando un hogar”, insiste María.

Si quieres ser una de esas familias de acogida puedes ponerte en contacto con los Servicios Sociales o con la Asociación de Familias Acogedoras de tu Comunidad Autónoma.