La fortuna de Raisa y Dylan, los primeros bebés nacidos en España en 2018

Nachadee Lokwabong, quien cree que tiene entre 40 y 50 años de edad, sostiene por primera vez a su hijo de una semana de edad, Enoch Rofich, en el distrito Amudat de Karamoja (Uganda). © UNICEF

La primera bebé española de 2018 se llama Raisa y nació pocos segundos después de las campanadas en el Hospital del Mar de Barcelona. Todavía en el primer minuto del año, en el Hospital Virgen del Puerto de Plasencia, en Cáceres, nacía el segundo bebé español del año, Dylan. Son solo dos de los casi 400.000 niños que según algunas estimaciones nacieron el 1 de enero de 2018 en el mundo, el 90% de ellos en países en vías de desarrollo, más de la mitad en apenas nueve países encabezados por la India (casi 70.000 nacimientos el primer día del año) y China (44.700).

Ellos no lo saben, pero Raisa y Dylan son unos afortunados por haber nacido en esta parte del mundo. En España la tasa de mortalidad infantil es de 3 niños por cada 1.000 nacidos vivos y durante los primeros 28 días de vida esa cifra desciende hasta los 2 por cada 1.000. En países como Somalia, por ejemplo, el número se dispara hasta más de 130 niños. Es decir, más de uno de cada diez niños nacidos vivos en el país africano mueren.

Pese al drástico descenso de la mortalidad infantil que ha tenido lugar en las dos últimas décadas, en 2016 murieron más de cinco millones de niños en el mundo antes de soplar las cinco velas. “Haber reducido a la mitad la mortalidad de menores de 5 años en el mundo (de 12,7 millones en 1990 a 5,6 en 2016), muestra que contamos con medios y conocimientos para salvar la vida de millones de niños”, afirma Blanca Carazo, responsable de programas de Unicef Comité Español, que no obstante considera que sigue siendo “inaceptable” que en 2018 todavía mueran, cada día, 15.000 niños antes de cumplir los 5 años, la mayoría de ellos en familias pobres de Asia y África subsahariana, muchos de ellos, además, en países en conflicto. “Tenemos que redoblar los esfuerzos para llegar precisamente a esos niños y niñas con vacunas, alimentos, atención médica, agua y saneamiento para de esta forma darles la oportunidad de sobrevivir y crecer sanos y fuertes”, explica a Madresfera.

Zinabe sostiene a su bebé, Abinet, en el puesto de salud de Hamido en Etiopía. Abinet tiene neumonía. © UNICEF

No lo saben aún, pero Raisa y Dylan son todavía más afortunados por nacer donde han nacido, ya que de esos 5’6 millones de niños que mueren cada año antes de soplar cinco velas, casi la mitad, el 46%, fallecen durante su primer año de vida; un gran porcentaje de ellos durante sus primeras horas de vida, la gran mayoría (se estima que el 80%) por causas perfectamente prevenibles y tratables como el nacimiento prematuro, las complicaciones durante el parto o infecciones como la sepsis y la neumonía.

“De los 5’6 millones de niños que mueren cada año antes de soplar cinco velas, casi la mitad, el 46%, fallecen durante su primer año de vida”

“Desde Unicef llevamos tiempo promoviendo medidas muy efectivas como las visitas prenatales para el control del embarazo, la asistencia en el parto por parte de personal especializado, la lactancia materna iniciada en la primera hora tras el parto, la vacunación, disponer de agua segura y una buena higiene, o contar con atención médica adecuada y asequible con algo tan básico como agua y electricidad en los centros de salud”, argumenta Blanca Carazo. No en vano, desde UNICEF tienen previsto presentar el próximo mes de febrero una campaña mundial para exigir y ofrecer soluciones de atención médica asequibles y de calidad para todas las madres del mundo y sus recién nacidos.

La desigualdad de la esperanza de vida

No son conscientes de su fortuna, pero lo serán, porque según la esperanza de vida actual en España (84 años), Raisa y Dylan verán nacer el siglo XXII, de la misma forma en que lo harán los niños de Suecia, Suiza, Singapur, Portugal, Australia, Japón, Holanda o Noruega, entre otros países del conocido como primer mundo. “Estamos entrando en una era en la que todos los recién nacidos del mundo deberían tener la oportunidad de llegar hasta el siglo XXII”, reafirma Javier Martos, director ejecutivo de UNICEF Comité Español.

Pranjali es una niña de diez días. El parto tuvo lugar en el Centro de Salud Primaria en la aldea de Visora, distrito de Gadchiroli, Maharashtra (India). UNICEF apoya al Gobierno de la India para que reduzca la mortalidad neonatal. © UNICEF

Esa oportunidad, sin embargo, sigue siendo una utopía para millones de niños en el mundo que desde un minuto después de nacer ya juegan con desventaja, marcados por una desigualdad que toma forma de esperanza de vida. Así, por ejemplo, un bebé nacido el 1 de enero en Sierra Leona a duras penas llegará con vida hasta el año 2070. No tendrán mucho más recorrido los niños nacidos en Chad, en la República Centroafricana, en Costa de Marfil, o en Nigeria. En el polo opuesto los niños españoles, a los que las estadísticas actuales los acercan hasta el año 2101. 30 años más de esperanza de vida, tres décadas de diferencia por haber nacido en un rincón del mundo y no en otro.

“Un bebé nacido el 1 de enero en Sierra Leona a duras penas llegará con vida hasta el año 2070, 30 años menos de esperanza de vida que un niño nacido el mismo día en España”

Para Blanca Carazo es necesario “destinar esfuerzos y recursos para aumentar el acceso a servicios de salud, agua y alimentos en los países y zonas más pobres, aisladas o que sufren crisis humanitarias” porque como reflexiona la portavoz de UNICEF todos los niños del mundo, independientemente del lugar donde nazcan, “tienen derecho a crecer sanos y felices”. Y a hacerlo con las mismas oportunidades que el resto de niños, sin ser estigmatizados desde el nacimiento con una desigualdad que lastra y acorta de forma significativa sus vidas.

“Este Año Nuevo el empeño de UNICEF es contribuir a dar a cada niño más de una hora, más de un día, más de un mes; más que la mera supervivencia”, añade por su parte Javier Martos, que anima a gobiernos e instituciones a unirse a la lucha para salvar millones de vidas de niños “mediante soluciones de eficacia demostrada y de bajo coste”; para que quizás dentro de unos años los niños nacidos en Chad, Nigeria o Somalia sean también unos afortunados. Como Raisa y Dylan.

Autor entrada: Adrián Cordellat

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