Educar contra la ablación

Hoy 6 de febrero se celebra el Día Internacional de Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina, reconocida por Naciones Unidas como una de las más terribles formas de discriminación contra las mujeres. Según estimaciones de UNICEF de 2013, más de 125 millones de niñas y mujeres han sido sometidas a dicha práctica y otros 30 millones más se encontrarían en situación de riesgo de ser víctimas de la ablación en la próxima década.

Por Diana Oliver y Adrián Cordellat

Un poco de contexto

Se desconocen los orígenes de la mutilación genital femenina, aunque algunas teorías históricas sitúan sus inicios en el Antiguo Egipto, desde donde esta costumbre de tintes culturales y religiosos se expandió por gran parte de África. Hoy, según datos de la Fundación Kirira, y pese a que el Parlamento de la Unión Africana avaló su prohibición el pasado mes de agosto, la ablación sigue vigente en unos 40 países. La mayoría de ellos son africanos (28), aunque la mutilación genital femenina también está presente en algunas zonas de Oriente Medio y Asia y documentada en algunas tribus indígenas de América Latina.

La prevalencia de la ablación varía en función de los países. Según datos del Informe UNICEF 2013 las tasas de mayor prevalencia se encontrarían en países como Somalia, Guinea, Djibouti y Egipto, donde más del 90% de las niñas y mujeres de entre 15 y 49 años han sido sometidas a este tipo de violencia contra la mujer. Les seguirían de cerca otras naciones africanas como Eritrea, Mali, Sierra Leona y Sudán, en las que la incidencia oscilaría entre el 88% y el 89%.

La ablación sigue vigente en unos 40 países, la mayoría de ellos son africanos (28), aunque esta práctica también tiene presencia en Oriente Medio y Asia

Según datos del ‘Protocolo común para la actuación sanitaria ante la Mutilación Genital Femenina’, del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, “en la mitad de los países con datos disponibles, la mayoría de las niñas sufren la ablación antes de la edad de 5 años”. Esa edad, no obstante, varía mucho de una sociedad a otra “y oscila entre los 5 y los 14 años”. En los últimos años se ha observado con preocupación a este respecto una tendencia: el descenso de la media edad que ha tenido lugar en países como Burkina Faso, Costa de Marfil, Egipto, Kenia y Mali, algo que según el propio protocolo podría deberse “a que los padres desean ocultar la práctica a las autoridades gubernamentales o minimizar la resistencia de las propias niñas”.

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¿Y en España?

“En general pensamos que es un tema que nos toca muy de lejos porque no pertenece a nuestra cultura ni a nuestras costumbres pero debido al elevado número de inmigrantes que tenemos en nuestro país, la mutilación genital puede tener presencia dentro de nuestras fronteras. Por eso, es importante darle visibilidad, que se creen protocolos sanitarios y sociales (como poco a poco estamos consiguiendo) para que con su puesta en práctica podamos evitar potenciales casos de ablación”, explican a Madresfera desde la Fundación Kirira.

Según datos del Ministerio de Sanidad, en España hay constancia de algunos casos de mutilación genital femenina, practicados en Cataluña en el año 1993 y posteriormente en Palma de Mallorca en 1996. Desde entonces, no existen pruebas fehacientes de que se hayan realizado más mutilaciones, ni existen datos de mujeres mutiladas que residan en el país. No obstante, fruto de la inmigración y de la adopción internacional, se calcula que dentro de las fronteras europeas residen ya medio millón de mujeres víctimas de ablación, que serían susceptibles de seguir manteniendo viva la práctica con sus hijas.

En España hay documentados algunos casos de mutilación genital femenina, practicados en Cataluña en el año 1993 y posteriormente en Palma de Mallorca en 1996

En España, concretamente, según datos ofrecidos durante las Jornadas Internacionales sobre Mutilación Genital Femenina celebradas en 2014, hablaríamos de alrededor de 17.000 niñas de entre 0 a 14 años cuyos padres provienen de países donde se mantienen estas prácticas y que, por tanto, correrían el riesgo de ser víctimas de mutilación genital. Según estimaciones del Parlamento Europeo, por su parte, esa cifra ascendería hasta el medio millón en toda Europa, lo que da buena cuenta de que la ablación es hoy un problema global que no entiende de fronteras.

Consecuencias de la ablación

Según informa la Fundación Mujeres Felices, existen creencias ancestrales de que la mutilación genital, entre otras virtudes, “aumenta la fertilidad, purifica a las niñas, mejora las oportunidades de matrimonio o previene de muertes prenatales”. Esas creencias son las que empujan a las madres a permitir que sus hijas sean mutiladas. Sin embargo, la realidad médica y científica es bien distinta. Según la Resolución 67/146 aprobada por la Asamblea General de la ONU el 20 de diciembre de 2012 la ablación es “una grave amenaza para la salud de las mujeres y las niñas, incluida su salud mental, sexual y reproductiva y puede incrementar su vulnerabilidad al VIH y tener resultados adversos desde el punto de vista obstétrico y prenatal, así como consecuencias fatales para la madre y el recién nacido”.

Desde Fundación Mujeres Felices diferencian entre dos tipos de consecuencias, las derivadas de complicaciones inmediatas y otras que tienen lugar más a medio y largo plazo. Así, tras la intervención, que como explican desde la Fundación “la suelen llevar a término mujeres especializadas en esta práctica, que efectúan el corte con una simple cuchilla, sin anestesia ni condiciones higiénicas y de esterilización adecuadas”, las niñas y jóvenes puede sufrir “dolores, hemorragias, tétanos, sepsis, retención de la orina, llagas abiertas y lesiones en los tejidos”. A medio y largo plazo, “infecciones, quistes, fístulas, frigidez, incontinencia, complicaciones en los partos, esterilidad, pérdida de sensibilidad sexual, depresión y ansiedad”.

Las mujeres víctimas de ablación al quedar embarazadas tienen un riesgo mayor de necesidad de cesárea y de hemorragia postparto, también tienen mayores tasas de uso de episiotomía y un índice superior de mortarlidad materna

Éstas últimas, las complicaciones psicológicas derivadas de la Mutilación Genital Femenina, son difíciles de medir si ésta tuvo lugar antes de los doce años de edad, en parte porque existen pocas investigaciones sobre los efectos psicológicos de la ablación. No obstante, según datos del Ministerio de Sanidad, la experiencia de la mutilación genital “se ha asociado a una serie de trastornos mentales y psicosomáticos, como alteraciones del apetito y del sueño, pesadillas, ataques de pánico y dificultades para la concentración y el aprendizaje. Al crecer, las mujeres pueden experimentar sentimientos de pérdida de autoestima, depresión, ansiedad crónica, fobias, pánico e incluso alteraciones psicóticas”.

Las consecuencias se extienden también a la maternidad, como así demostró un extenso estudio realizado por la OMS con más de 28.000 mujeres en diferentes etnias africanas y publicado en la revista científica The Lancet. Según el mismo, las mujeres víctimas de ablación al quedar embarazadas tienen un riesgo mayor de necesidad de cesárea y de hemorragia postparto, también tienen mayores tasas de uso de episiotomía y un índice superior de mortarlidad materna. El riesgo es también para sus hijos, que tienen mayores probabilidades de morir en el parto o en los primeros días y semanas posteriores al mismo. De hecho, el 22% de las muertes perinatales registradas en el estudio se podían atribuir a la ablación.

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Imagen de Asociación Mujeres Felices.

La educación como arma

Acabar con la ablación pasa, como afirman desde Fundación Kikira, por “cambiar una mentalidad arraigada a una tradición”, algo que obliga “a ser respetuoso y plantearse el reto a largo plazo, siendo muy constantes y sin ponerse plazos de consecución”. A largo plazo, dentro de los 17 ‘Objetivos de desarrollo sostenible’, la ONU busca cambiar para 2030 esta realidad. Concretamente en el objetivo número 5, que pasa por “lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y las niñas”, se incluye la eliminación de “todas las prácticas nocivas, como el matrimonio infantil, precoz y forzado y la mutilación genital femenina”. Así, el lema de esta edición del Día Internacional de Tolerancia Cero contra la Mutilación Genital Femenina es, concretamente, “construir un puente sólido e interactivo entre África y el mundo para acelerar la erradicación de la mutilación genital femenina antes del 2030”.

Esa erradicación, según los responsables de Kikira, pasa por la “educación como arma más eficaz”. En ese sentido, desde la propia Fundación trabajan directamente en las escuelas de países donde está muy implantada la ablación. Allí han creado los que denominan “clubs antiablación”, grupos de chicos y chicas no mutiladas que explican las consecuencias de la mutilación mediante canciones y obras de teatro que ellos mismos inventan. “Son los encargados de dinamizar nuestras campañas educativas. Se trata de dar visibilidad a la ablación y de que se conozca porqué hay tradiciones que no son buenas y es necesario que dejen de hacerse cuando hay vidas de niñas que corren peligro”, argumentan. Gracias a este tipo de acciones hoy en día hay niñas que se niegan a ser mutiladas “porque ya saben a lo que se las va a someter”.

También, como la mutilación está muy ligada al casamiento forzoso de las menores, por el que los padres reciben una suculenta dote de la familia del marido, desde Fundación Kirira han puesto en marcha un programa de becas educativas “gracias al cual se paga una manutención mensual a la niña para que continúe con sus estudios a cambio de que los padres se comprometan a no mutilarla. Evidentemente pierden el dinero de la dote, pero a cambio reciben la ayuda económica del donante, la niña continúa sus estudios y contribuimos así a que se salga de la rueda del analfabetismo”.

Mientras la educación y las evidencias médicas calan en la población, en la Fundación Mujeres Felices han puesto en marcha otro proyecto que pasa por la subvención de una cirugía reparadora para poner solución a las secuelas de la ablación, que el Doctor Souleymane lleva a cabo en el hospital de Ouahigouya (Burkina Faso). “Con ella se intenta tratar la imposibilidad o dificultad para mantener relaciones sexuales no dolorosas, los problemas derivados de la retención menstrual y/o urinaria y, en el caso del embarazo, facilitar el parto vaginal y evitar riesgos para la vida del recién nacido”, explican desde la Fundación.

Mujeres Felices subvenciona el diagnóstico, la logística y los traslados para visitas médicas, la medicación, la anestesia, la manutención en el periodo de internamiento hospitalario y la visita postoperatoria. El gobierno de la región, por su parte, a través del hospital, asume los gastos de quirófano y cirujano. Hasta la fecha, gracias a este acuerdo, ya han llevado a cabo 70 cirugías reparadoras, sin quitar nunca la vista del objetivo principal: la erradicación de la mutilación genital femenina.

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Autor entrada: Diana Oliver

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