Airam Vadillo: “Incluso en los lugares más inhóspitos y duros, la esperanza no ocupa lugar y puede salvarnos”

 

Airam Vadillo es psicólogo y suele afirmar que lo es “a pesar de todo”. Y lo dice con conocimiento porque después de cinco años trabajando en cooperación internacional y acción humanitaria, seguro que nada puede volver a ser igual. Desde que terminó sus estudios en psicología, y viendo el panorama desolador a nivel laboral en España, decidió embarcarse en el apoyo psicosocial humanitario y ha trabajado en diversos contextos a nivel internacional; desde brindando apoyo psicológico en un campo de desplazados en Sudán del Sur de poblaciones del norte del país, hasta en un proyecto con refugiados somalíes en Kenia, pasando por emergencias humanitarias como el terremoto de Ecuador o la crisis del ébola. En el #DíaMundialDeLosRefugiados hablamos con él para saber más sobre el apoyo psicológico a los refugiados, especialmente a los niños porque ellos “no están teniendo la infancia o adolescencia normalizada o que merecen”.

Llevas varios años dedicado a la atención de la salud mental pero enfocada a la cooperación internacional y la acción humanitaria. ¿Por qué decidiste desarrollar tu actividad en este campo?

Fue un cúmulo de circunstancias. Realmente siempre quise hacer este tipo de trabajo, pero no encontraba el momento. Después de formarme, de cursar dos másteres y ver el panorama desolador en España en cuanto a salidas profesionales, en 2012 decidí que era el momento de comenzar mi trabajo en cooperación internacional y acción humanitaria. Has trabajado en un campo de desplazados en Sudán del Sur y en un proyecto con refugiados somalíes en Kenia.

La condición de “refugiado”, ¿hace a esa persona más vulnerable a trastornos de tipo mental?

Los movimientos migratorios existen desde los inicios de la propia humanidad; es algo natural y no debería de ser un factor que comprometa la salud mental. Sin embargo, dada la situación de inestabilidad geopolítica, surgen migraciones que lejos de ser voluntarias, son forzadas. Es ahí donde las personas no viajan por motivación propia, sino por salvar su propia vida, y eso les hace más vulnerables a nivel psicosocial.

¿Cuáles son las consecuencias psicológicas de las situaciones que empujan a una persona a huir de su país como refugiado a otro país?

Cuando alguien pone en riesgo tanto su vida como la de su familia significa que ese riesgo es mejor alternativa que la situación que vive en su país. Eso da mucho que pensar. Los países que acogen refugiados deberían de haber recibido una psicoeducación sobre las razones que empujan a los refugiados a huir de su país. La adaptación es bidireccional, es decir, se tiene que adaptar tanto la sociedad receptora como las personas refugiadas. Tal y como indica el psiquiatra Nabil Sayed, ambas culturas tienen su duelo que trabajar: tanto el duelo de las personas migrantes como el duelo de la sociedad receptora, que comienza a comprender y aceptar la pérdida de pureza y la riqueza de una sociedad pluricultural. El entendimiento de este punto es crucial y, si me lo permites, va a marcar el futuro de las naciones, pues es precisamente uno de los principales conflictos mundiales.

 

El trabajo humanitario en salud mental

En el caso de los refugiados no se trata de una catástrofe puntual sino de una situación mantenida en el tiempo. ¿Son suficientes las agencias humanitarias que proporcionan servicios clínicos para patologías mentales?

Precisamente el trabajo humanitario viene a cubrir una serie de necesidades que no son cubiertas (y que deberían estarlo) por los organismos estatales. El trabajo debe ser multidisciplinar, es decir, cada parte debe de aportar para que exista una conciencia colectiva y una intervención coordinada. Todos los organismos pertinentes tienen el deber y la responsabilidad de cumplir con su cometido, así como aquellas partes que gestionan y regulan las entradas y salidas deben de poner de su parte ante una situación que no se soluciona poniendo alambres y muros.

Todas las personas tenemos el derecho de permanecer en nuestro país, pero cuando se vulnera tal derecho, surge la necesidad de buscar una solución. Muchas veces, la única alternativa es huir por eso las persona migran utilizando su derecho legítimo de refugiado.Cuando una persona huye de su país lo hace llevado a un límite que hace que el peligro al que se expone él y su familia es más “seguro” que permanecer en su país. Nadie sale de su país y comienza su andadura por placer o gusto.

¿Cómo trabaja una ONG en este sentido?

A nivel psicosocial, es primordial coordinarnos entre todos, saber qué está haciendo cada ONG, dónde y por qué. La coordinación es crucial porque evitamos hacer duplicación de trabajo, y porque cada parte implicada sabe qué se está haciendo y así podemos incidir en aquellos lugares donde más hace falta el apoyo psicológico. Tal y como indica el Manual Salud Mental y Apoyo Psicosocial para personas refugiadas, las ONGs y Agencias de Cooperación trabajan dentro de un marco en torno al auxilio de personas en peligro de una manera humana y comprensiva, dando primeros auxilios psicólogos si precisan; proporcionando información acerca de servicios, apoyos, derechos y obligaciones legales (muchas personas que migran suelen toparse con una situación que genera mucho estrés y que no es otra que la falta de información); proporcionando una psico-educación y usando un lenguaje apropiado (tratamos de formar a personal local que hable la lengua de las personas refugiadas para que puedan comprender su situación); priorizando la protección y el apoyo psicosocial de los niños y niñas, en especial si no estuvieran acompañados o tienen necesidades especiales; y, por último, fortaleciendo las redes de apoyo.

 

La capacidad de resiliencia de los niños

Y háblanos de los niños. ¿Cómo vive psicológicamente un niño refugiado una experiencia tan traumática?

Las consecuencias son evidentes en su salud mental. No están teniendo la infancia o adolescencia normalizada o que merecen, no viven aquellas etapas vitales que deberían pasar. Un estudio longitudinal llevado a cabo por un equipo de investigación del Instituto Karolinska, y publicado en la revista British Medical Journal (BMI), indica que las personas refugiadas tienen mayor probabilidad de tener problemas de salud mental graves. Muchos de estos niños, como estamos viendo en el caso de Siria, llegan a los campos de refugiados solos, tras perder a padres y hermanos en las guerras, muchas veces incluso habiendo visto cómo asesinan a esos familiares.

De acuerdo con un informe de Acnur, un 27% de los refugiados en Grecia son niños y niñas. Se ven a niños y niñas deambulando por Atenas sin ningún tipo de registro. Pero las cifras más alarmantes son, por ejemplo, las que pone sobre la mesa un informe de la Oficina Europea de Policía (Europol) en el que se dice que al menos 10.000 niños refugiados habrían desaparecido nada más llegar a Europa.

¿Cómo puede afectarles a futuro en el desarrollo de su salud mental si no se les presta la ayuda necesaria?

El futuro es incierto. Nos topamos con el círculo vicioso entre la exclusión social y la salud mental. Dicho círculo vicioso es simple y evidente: las variables contextuales de migración forzada repercuten negativamente en la salud mental. El malestar emocional o los problemas en salud mental hacen que las personas refugiadas tengan menos recursos y herramientas para mejorar su situación, lo que genera una mayor exclusión social, repercutiendo negativamente en su bienestar psicológico. Y así sucesivamente. Sin embargo, una de las maneras de abordar esto es precisamente siendo consciente de este círculo vicioso para atajarlo lo antes posible. Si tenemos presente el circulo vicioso, podemos precisamente romperlo, con políticas que incidan directamente en promoción del bienestar y apoyo psicosocial.

¿Qué es lo que más te ha sorprendido de los niños que has visto en los campos de refugiados?

Aunque es un término muy de moda, no puedo dejar de centrarme en la resiliencia, esto es, en esa capacidad de superación ante la adversidad. Pese a que pudieran existir secuelas en la salud mental, no debemos menospreciar u olvidar la capacidad inherente del ser humano de sobreponerse a la adversidad, y esto nos permite salir más fortalecidos que nunca. Muchas personas terminan encajando un nuevo rol en sus vidas, y después del dolor, pueden hacer brotar una nueva fortaleza emocional.

Los niños, pese a todo, son la gran esperanza. ¿Siguen teniendo sueños? ¿Existen los sueños en los campos de desplazados y refugiados?

La pregunta sería si existe algún lugar sin sueños. Incluso en los lugares más inhóspitos y duros, la esperanza no ocupa lugar y puede salvarnos. Los sueños o esperanzas no son suficientes, por eso cada parte debe de estar implicada para solucionar esta grave crisis y no quedarnos ciegos o con los brazos cruzados. Sin embargo, a ojos de alguien que no comprende esto, de esos niños y niñas que juegan en los campos, la inocencia juega una gran ventaja. Qué menos que utilizar esa ventaja a su favor, precisamente cuando muchas personas refugiadas han podido rehacer sus vidas, ¿por qué negar esos sueños? Ojalá cada parte implicada en esta situación ponga su granito de arena para que los sueños legítimos de tener una vida digna no se queden solo en eso, sino que devengan en realidades.

 

La salud mental y el apoyo psicosocial en el mundo

Hemos leído en algún artículo que en el ámbito humanitario suele decirse que “no hay salud sin salud mental”. ¿Hasta qué punto es importante la atención psicológica a personas tras un desastre, una guerra o un entorno de pobreza extrema?

Es crucial no solo abordar el componente de Salud Mental y Apoyo Psicosocial (SMAP) en cualquier tipo de emergencia, sino hacerlo lo más pronto posible y con personal cualificado. Esto marca la diferencia para la pronta recuperación de las personas y para que puedan volver a la normalidad en un corto período de tiempo.

El acceso a la salud mental, ¿está fuertemente relacionado con el nivel socioeconómico del país?

Totalmente, el nivel socioeconómico del país origen determina y marca la diferencia a la hora de acceder a SMAP. No es lo mismo la accesibilidad a los servicios de salud mental en Francia que en Sierra Leona, por citar algún ejemplo. Por otro lado, solo se incide cuando existe el problema, pero hay poca prevención y apuesta por aquellos factores protectores, es decir, aquellas herramientas y recursos que nos ayudan a prevenir y fortalecer nuestra salud mental y que nos posibilitan estar mejor preparados si ocurriera cualquier evento estresante.

¿Se presta la debida atención a la protección de su salud mental y bienestar psicosocial en el mundo?

La importancia de apostar por este tipo de intervenciones es determinante, el componente SMAP estaba muy relegado a segundo plano o bien no se tenía en consideración hace años. En cambio, en la actualidad sí que comienza a tener peso y cierta consideración dentro de las Agencias de Cooperación y ONG’s que operan en emergencias. Aun así, todavía queda mucho recorrido.

 

 

Autor entrada: Diana Oliver

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